En el índice de percepción de corrupción 2018 de Transparencia Internacional, Panamá obtuvo 37 puntos en una escala de 0 a 100, en la que cero significa muy corrupto y 100 muy transparente. Es el mismo resultado obtenido por Panamá en 2017 y el mismo de 2014. Es una desmejora con relación al resultado de 2016, año en que Panamá obtuvo 38 puntos.
Panamá se colocaba en 2017 en la posición 96 de 180 países evaluados. En 2018 Panamá ocupa la posición 93. Como puede observarse, las noticias no son muy alentadoras. Estamos peligrosamente estancados. Esta valiosa información debe ser objeto de análisis por todos los panameños y en especial por las autoridades, presentes y futuras, con el objetivo de hacer lo necesario para mejorar.
Cambiar es requisito indispensable si queremos mejorar nuestra democracia. El índice de percepción de corrupción 2018 arroja una clara relación entre la corrupción y el peligro a la democracia. La relación es simple: a mayor corrupción, menos democracia.
En atención a lo anterior, el Capítulo panameño de Transparencia Internacional ha lanzado un reto a los candidatos a presidente de Panamá. Seis de los siete candidatos lo han aceptado.
El reto tiene un doble objetivo. Por una parte, contribuir al voto informado con temas que van más allá de la superficialidad, el culto a la personalidad y los esquemas clientelares.
Este es el otro reto del reto. Por razones, no del todo descabelladas, hay un alto grado de desconfianza y falta de credibilidad de la población en general ante promesas. En demasiadas ocasiones, no solo no se cumplen las promesas. En muchas oportunidades, se hace precisamente lo contrario a lo prometido.
Por otra parte, en una frase que puede sonar un cliché, el reto busca: “fortalecer las instituciones democráticas a través de proponer contenidos que mejoran el entorno de transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana”, “todo ello en las áreas más golpeadas por la corrupción en Panamá como lo son: justicia, contrataciones públicas, rendición de cuentas; a través de fortalecer el marco jurídico con leyes anticorrupción, y la protección del derecho de acceso a la información, datos abiertos y gobiernos abiertos”.
Este es el otro reto del reto. Por razones, no del todo descabelladas, hay un alto grado de desconfianza y falta de credibilidad de la población en general ante promesas.
No solo no se cumplen en demasiadas ocasiones, se hace exactamente lo contrario a lo prometido.Por ello, como medida para luchar contra esta dificultad, el reto viene acompañado de la auditoría de los contenidos. Se seguirá al candidato presidencial que gane y se medirá el cumplimiento.
La pregunta válida ante esto es: ¿qué hará que esta vez sea diferente? La respuesta no puede ser otra que la voluntad de todos nosotros. Si queremos se hace, si no queremos nada va a cambiar y será más de lo mismo. Sin voluntad real no hay nada. Solo palabras vacías.
El reto final es para todos los panameños, quienes debemos ejercer activamente nuestro rol ciudadano. Sin nosotros como ciudadanos exigentes, seguirá reinando la corrupción.
El autor es abogado.