Era el paraíso de los enamorados de la montaña, con sus miles de visitantes llegados del mundo entero para admirar uno de los paisajes más bellos de China, pero el jueves, dos días después de un fuerte terremoto, la desolación domina en el parque de Jiuzhaigou.
Tras el fuerte temblor que dejó 20 muertos el martes por la noche, las huellas del sismo de magnitud 6.5 son espectaculares en las montañas del norte de la provincia de Sichuan, con coches aplastados por rocas a lo largo de las carreteras, que recorren los socorristas con sus uniformes naranja.
El terremoto devastó el parque natural de Jiuzhaigou, famoso por sus cascadas y lagos color turquesa, joya natural inscrita en el patrimonio mundial de la Unesco. Con el enriquecimiento de la clase media china, el turismo de naturaleza vivió en los últimos años un apogeo considerable, hasta el punto de que el parque recibió solo el martes, antes del sismo, a más de 30 mil personas.
Casi todos los turistas habían sido evacuados ayer por la mañana, constató la AFP. Según la agencia de noticias oficial Xinhua, de los 50 mil turistas evacuados de la zona siniestrada, 126 eran ciudadanos extranjeros.
En Zhangzha, localidad turística lindera al parque, los pocos habitantes aún en el lugar pasaron la noche fuera, por miedo a volver a sus casas.
A más de 2 mil metros de altitud, el frío es intenso por la noche, por debajo de los 12 grados incluso en verano. Yang Siding, un tibetano de unos 30 años que suele alquilar habitaciones a los turistas, pasó la noche en la montaña.
“Tenemos miedo de las réplicas. Aún hubo una esta mañana al amanecer. Cayeron enormes rocas provocando un gran estruendo”, cuenta. Varios habitantes durmieron bajo las estrellas en las calles de la ciudad fantasma, sobre sillas o incluso en el suelo. Al amanecer, intentan calentarse con un poco de té y unas mantas. “Esta noche no pude dormir, tenía mucho miedo”, afirma Zhou Quan, joven cocinero que trabajaba en un hotel cuando la sacudida le obligó a salir corriendo.