En una fábrica rodeada de picos nevados, técnicos con batas de laboratorio usan pequeñas pinzas para montar diminutas partes de metal en relojes automáticos.
Una vez que se ha controlado la precisión mediante microscopios y colocado los relojes en cajas revestidas de raso, las piezas se envían a boutiques de Knightsbridge o Rodeo Drive, donde se venderán a miles de dólares.
Se trata de Japón, no de Suiza.
Cuarenta años después de llevar a la industria relojera suiza casi a su desaparición con modelos de cuarzo baratos, japonesas como Seiko y Citizen apuntan al segmento más caro, que hasta ahora era patrimonio del país alpino.
Nuevas boutiques en los elegantes distritos de compras de Beverly Hills y Londres ofrecen modelos como un Grand Seiko con reserva de energía para ocho días y un precio de 58 mil dólares.
No habrá mucho crecimiento en los segmentos de precios más bajos, de modo que es natural que empecemos a desplazarnos hacia los segmentos medio y alto, dijo el presidente de Seiko Watch Co., Shuji Takahashi.
El ascenso japonés en la escala del mercado demuestra que Apple Inc. ha puesto la relojería de cabeza. Apenas tres años después de ingresar al mercado, la gigante tecnológica se ha convertido en la mayor vendedora de relojes del mundo y ha superado a Rolex.
En tanto las marcas suizas incorporan modelos de precios más accesibles, Seiko y Citizen hacen lo contrario.
El éxito japonés en la comercialización de relojes de cuarzo debilitó a muchos fabricantes suizos de relojes mecánicos y convirtió a Seiko en el gigante de la industria a finales de los años 70.
Pero los fabricantes japoneses perdieron la posterior recuperación de la demanda de relojes mecánicos de lujo, que atrae a compradores debido al respaldo artesanal de un producto que funciona sin baterías.