Cientos de personas marcharon por Sao Paulo para protestar contra la aplicación de nuevas normas laborales y expresar su oposición a los proyectos de reforma del sistema jubilatorio brasileño.
La ley laboral, sancionada en julio, entró en vigencia el sábado y fue promovida por el presidente Michel Temer, cuyas tasas de aprobación están por los suelos, pero a pesar de su impopularidad, las manifestaciones tuvieron concurrencia relativamente escasa.
Varios cientos de sindicalistas, docentes y empleados públicos marcharon de una plaza central a una gran avenida. En el inicio, los manifestantes colocaron un auto en el puente sobre la Bahía de Guanabara y le prendieron fuego. Junto al auto dejaron un cartel con la leyenda: “Poder podrido. El obrero resiste”.
“Nadie podrá jubilarse, así que es esclavitud moderna”, dijo Sergio Ricardo Goncalves da Silva, de 45 años, empleado de una dulcería. Temer sostiene que las reformas son necesarias para que la economía brasileña vuelva a crecer.
La tasa de desempleo está en 12.4%, aunque la economía empezó a crecer este año luego de la recesión más grave de las últimas décadas.
Una de las cláusulas centrales de la ley es que permitirá que los acuerdos negociados entre patrones y trabajadores tengan validez por encima de la ley vigente.
Sus partidarios dicen que esto introducirá la flexibilidad que necesita el mercado laboral. Los detractores dicen que los trabajadores, vulnerables a las presiones, cederán derechos importantes.