El sistema de riego qanat, identificado hace más de 2,500 años en Irán, literalmente hizo florecer el desierto. Una red de túneles subterráneos impulsados por acuíferos, diseños de filtración naturales y esquemas complementarios de cultivo generaron una gran cantidad de cultivos de alto valor, desde la granada hasta los pistachos, que actualmente se cultivan en la región.
Un sistema tan notable de uso de la tierra, que aprovecha la sabiduría ancestral y aborda los desafíos modernos, es la razón por la cual el sistema de riego qanat de Kashan es parte de los sistemas importantes del patrimonio agrícola mundial (Sipam). Desde 2002, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha participado en el reconocimiento de estos sistemas, y el programa es ahora parte de la agenda de la organización para promover sistemas alimentarios sostenibles. El objetivo es apoyar a la comunidad internacional para presentar prácticas de producción de alimentos que hagan un uso eficiente de los recursos naturales y protejan la salud del suelo y la biodiversidad.
Millones de pequeños agricultores familiares, pescadores, pastores y comunidades indígenas han desarrollado una amplia gama de conocimientos y técnicas para utilizar los recursos naturales de manera más eficiente y que ofrecen información sobre adaptación al cambio climático. Otro ejemplo se encuentra en Japón. Durante siglos, los habitantes de la región volcánica de Aso utilizaron un tipo de tenencia comunal para crear y mantener un ecosistema de pastizales que mantiene una diversidad extraordinaria de plantas y animales y absorbe el carbono.
El apoyo institucional a estos sistemas puede proporcionar un instrumento muy importante de política pública a nivel local para fortalecer la resiliencia de las comunidades rurales frente al cambio climático, promover la seguridad alimentaria y salvaguardar los recursos naturales.
En la actualidad, hay reconocidos alrededor de 50 sistemas importantes del patrimonio agrícola en 20 países, y la FAO está mejorando su sistema de monitoreo y capacitando a 100 estudiantes de posgrado de todo el mundo. Sin embargo, se necesita trabajar más para permitir que estos sistemas sean reconocidos, protegidos y puedan evolucionar. Es hora de explorar los beneficios de este sistema para lograr el desarrollo sostenible.
El autor es director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.