El costo de la vida y la caída en los ingresos

El costo de  la vida y la caída en los ingresos


Los alimentos y la vivienda son los dos segmentos que los panameños consideran que se han encarecido más en los últimos años, según un sondeo no científico efectuado por este medio.

El 99% afirmó que el costo de la vida va en aumento.

Para el economista Richard Morales, esta afirmación se debe al efecto acumulativo de la inflación, junto con el estancamiento de los ingresos para algunos grupos.

“Ese estancamiento en los ingresos tiene que ver con cuáles son los sectores del país que empujan el crecimiento económico, y hablamos de logística, servicios especializados, y ellos emplean a pocos panameños”, analiza Morales.

VARIANTES DEL COSTO DE LA VIDA

Para analizar la evolución del costo de la vida y su relación con el crecimiento económico y la inflación, es clave comprender -obviando la obviedad- que los patrones de consumo son distintos entre los hogares.

Ante la interrogante de si el costo de la vida se ha encarecido o no en los últimos años, el 99% de las personas que participaron en un sondeo no científico realizado por este medio contestó que sí. Y, a consideración de ellos, los segmentos que más aumentaron fueron alimentos (54.9%) y vivienda (32.6%).

La desaceleración económica que atraviesa el país desde 2011 hasta la actualidad impacta directamente en la capacidad de generar ingresos. Mientras tanto, la inflación mantiene su ritmo de crecimiento paulatino, elevando los costos de algunos bienes y servicios.

De acuerdo con el economista y politólogo Richard Morales, la sensación de que el costo de la vida se ha encarecido se debe al efecto acumulativo de la inflación junto con el estancamiento de los ingresos.

Aquí, advierte de la paradoja de un costo de vida más alto en medio de una inflación baja y un crecimiento económico positivo y estable.

Y profundiza: “Ese estancamiento en los ingresos tiene que ver con cuáles son los sectores del país que empujan el crecimiento económico. Hablamos de logística, servicios especializados, y ellos emplean a pocos panameños. Entonces, hay personas con menos capacidad para adquirir los productos cuyos precios sí han aumentado paulatinamente”.

El año pasado, el producto interno bruto (PIB) creció 4.9%, luego de un crecimiento de 5.8% en 2015. Para este año, las estimaciones señalan que se expandirá en torno al 5.8%.

Mientras la economía crece en su conjunto, aunque a menor ritmo, hay sectores que no han llevado la mejor parte.

Según la Contraloría General de la República, la venta de vehículos nuevos se contrajo 11.7% al cierre del primer semestre de 2017, luego de cuatro años de sostenido crecimiento. Este caso toma relevancia para ejemplificar cómo hay personas, como los vendedores de automóviles, que experimentan menos ingresos al no contar con las comisiones de venta.

En su momento, el economista Daniel Oblitas Tejada opinó al respecto que los individuos “están priorizando los gastos más básicos, y el auto, aunque puede ser una necesidad, está después de pagos, como alimentación, vivienda y educación”.

El sector turismo, el cual impacta tanto a hoteles como a operadores y personas dentro de la cadena que ofrecen servicios relacionados con el sector, también está en contracción. En los primeros cinco meses de este año el ingreso de turistas (personas que se quedan en el país de 1 a 90 días) cayó 7.5% frente al mismo lapso en 2016.

Al tiempo que algunos grupos de personas tienen menos ingresos, los individuos deben afrontar alzas en, por ejemplo, las primas de seguros de salud, gastos educativos y alimentos que están fuera del control de precios.

FACTORES DE VARIACIÓN

La inflación es una forma de medir el cambio real de los precios de los bienes y servicios de una economía. Ante la imposibilidad de cuantificarlos a todos, la Contraloría General de la República elabora el Índice de Control de Precios (IPC), que es una muestra que mide la variación de los precios de estos bienes y servicios.

El IPC está compuesto por un grupo de 12 artículos y servicios que tienen distintas ponderaciones en el resultado final, y que, dentro de cada uno de ellos, miden decenas de subíndices. Por ejemplo, en el caso de “Alimentos y bebidas no alcohólicas”, que es el de mayor relevancia dentro del IPC, con el 22.4%, se cuantifican los precios de las carnes -dentro de estas los distintos cortes-, además de cereales y frutas, entre otros.

Las variaciones mensuales de los precios de cada uno de estos subíndices se complementan el uno con el otro. Es decir, cuando hay productos que bajan de costo, otros aumentan. Aquí entra en juego el patrón de consumo de cada hogar.

Según Contraloría, el IPC en el primer semestre de 2015 fue 0.2%; en el mismo período de 2016, 0.7%; mismo lapso de 2017, 1.3%: en efecto, los precios de los bienes y servicios han ido en aumento en los últimos años, pero a un ritmo más lento que entre 2010 y 2013.

El IPC nacional urbano en el mes de julio de 2017, comparado con el mismo mes en 2016, registró una variación de 0.4%, motivado por alzas en los segmentos de educación (3.6%) y salud (2.7%).

En el primero de los casos, se debió fundamentalmente a alzas en las matrículas y mensualidades de los colegios. Sobre los patrones de consumo, una familia cuyos hijos asistan a escuelas públicas no sentirá este cambio. Sin embargo, la familia que sí utilice el sistema privado tendrá menos dinero en su bolsillo.

Con relación al costo de los alimentos, que según el IPC en julio cayó 1.1%, existe un factor especial. El control de precios de los alimentos se aplica, entre otros, a bienes que forman parte del IPC. Es decir, que la variación está artificialmente estable.

Esto ha generado que aumenten los precios de cortes de carnes “especiales” -que no están dentro del control de precios-, como filete, costillón, palomilla y rincón, hasta en 30.5%.

Se estima que el precio compensado o costo promedio de estos cortes pasó de $1.90 a $2.48 en un año. La disminución de la oferta de ganado local ha incrementado los precios pagados al productor.

En cuanto al alza en las viviendas, el economista Felipe Chapman advierte que se debe principalmente a un aumento en el costo de la mano de obra. Asimismo, alzas más lentas en los insumos y en la tierra. Esto se traduce en mayor costo del producto final.

De acuerdo con la Dirección de Análisis Económico y Social del MEF, la mediana de salario en Panamá en marzo de 2017 fue de $681.7, por encima de los $656 al cierre de 2016.

En Panamá existen elementos internos y externos que impactan en los precios. Chapman explica que, entre los externos, primordialmente se encuentran los precios de los combustibles y de los insumos para la fabricación de alimentos.

“Elementos internos: oferta y demanda. Si aceleras el crecimiento de la economía muy por encima de su potencial, ocurre el fenómeno conocido como ‘recalentamiento’. Se manifiesta en aumento de la demanda, los precios de los bienes, los servicios y de los salarios”.

Dicho fenómeno se registró en los años 2007, 2011 y 2012 (ver tabla): según la firma Indesa, el crecimiento potencial del producto interno bruto panameño es del 6%.

Oblitas Tejada subrayaría en su momento que “al crecer la economía a tasas menores a las que hemos registrado en años anteriores, se crea un ambiente más pesimista sobre el futuro, por una mayor incertidumbre, lo que condiciona el consumo”.

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