En épocas en que el sector agropecuario se declara en crisis con hectáreas de siembra perdidas y la entrada de productos en temporada de cosecha, el industrial y productor Guillermo Villarreal hizo un manifiesto para el sector al que pertenece: los productores no deben esperar nada de los gobiernos, y en cambio necesitan asociarse para abaratar costos, ser austeros e invertir en objetivos rentables.
“Hay esperanza, pero debemos frenar los más de 20 años se rezago”, advirtió Villarreal frente a un centenar de empresarios, productores e industriales chiricanos que asistieron ayer a la cita de Café con La Prensa, en la ciudad de David.
Chiriquí es por excelencia la provincia productora de alimentos del país. Más del 80% de los productos que se consumen en la ciudad de Panamá proviene de sus huertos. De allí la importancia de debatir en sus entrañas respecto de las amenazas y oportunidades del agro panameño.
Villarreal reconoció que los productores tienen muchos factores en contra, como la desatención de sucesivos gobiernos, pero al mismo tiempo mostró ventanas de oportunidades que bien aprovechadas pueden convertirse en la tabla de salvación para una actividad cuya importancia va más allá de los miles de millones de dólares anuales que aporta a la economía nacional. El sector primario es determinante como generador de empleo y eje central de la seguridad alimentaria.
En este sentido, considera vital el desarrollo de planes asociativos entre productores, sin temor a una competencia interna.
“Todo está en internet; no hay nada que ocultar”, dijo Villarreal, refiriéndose a que la información es universal y que el hecho de asociarse para acceder a mercados y conseguir clientes no constituye un perjuicio; más bien es la fórmula que ha resultado en otros países para conseguir rentabilidad.
“Si compartes intereses, reduces los costos de operación”, dijo.
Experiencia propia
Villarreal lleva las riendas de la empresa Veggie Fresh, en Potrerillos Arriba, provincia de Chiriquí, y su modelo de negocio, con sus respectivos ensayos y errores, sirvió como un punto de referencia para las lecciones y consejos compartidos con la audiencia.
En la temporada de mayor cosecha exporta a Estados Unidos hasta 20 contenedores por mes, con capacidad (cada uno) para 11 mil 400 kilogramos de coloridos pimentones. El negocio ha resultado en gran medida por la decisión de no gastar dinero en actividades que no generaban valor e invertir en tecnificación de procesos.
Villarreal recordó su hábito de tomar bus desde la ciudad de Panamá hasta la terminal de David para abaratar costos. “Y el consejo que le doy a los productores es: no gasten lo que no tienen. No compren camionetas con dinero que aún no han ganado. Inviertan en capacitación”.
El mercado
Panamá no debe pretender convertirse en una potencia agrícola. Con su limitada extensión territorial es imposible aspirar a esa liga. Sin embargo, sí hay espacio para productos especializados y de alta calidad. El caso del café panameño es la punta de lanza y el ejemplo perfecto de esta propuesta.
En este sentido, Villarreal habla del consumo nostálgico. Millones de inmigrantes latinoamericanos que viven en Estados Unidos y extrañan la yuca, el mango, el otoe, el chayote, el aguacate... sería justamente este mercado al que deben apuntar los productores locales.
Tecnificar la producción y convertir el modelo familiar en un esquema corporativo también es parte de la receta que aplica para todos.
Un elemento fundamental es saber a quién y cómo se le vende. El sector debe poner en marcha, sin más dilación, lo que se conoce como inteligencia de mercado. Esto ayudará a tejer una ruta clara y sostenible del negocio.
La actividad agropecuaria, sin duda, está hecha para gente persistente, dijo. Su tono encarna la molestia de quienes intentan sacar adelante producciones de hortalizas, granos y carnes, pero se sienten desplazados por las importaciones con degradaciones arancelarias pactadas en tratados de libre de comercio (TLC).
Villarreal no encuentra un solo modelo de acuerdo comercial que haya sido provechoso para los productores locales. Los pactos, añadió, servirían si el país se hubiera tecnificado y capacitado para garantizar una oferta exportable, pero esto no ha ocurrido en varios años de tratados comerciales. Panamá ni siquiera cuenta con los laboratorios certificados que permiten exportar carne a Estados Unidos.
“ El país se ha subido al ring ( de los TLC) con competidores que tienen mayor peso y no se ha preparado. Así nadie gana”.
Consultado sobre las perspectivas del sector frente al desafío que supone China, declaró que este país de Oriente importa materias primas, pero no productos de “valor añadido”.
Y sobre todo hizo hincapié en que los inconvenientes del sector agropecuario panameño obedecen a factores “endógenos”, en vez de “exógenos”. Que el primer desafío por superar es el individualismo de los productores. Que la manera de salir adelante radica en el “asociativismo”.