Los cafés panameños especiales señalan un camino para el sector agropecuario. El agroempresario Ricardo Koyner expuso el recorrido de los granos especiales para ilustrar el desempeño posible de la economía, en el encuentro Café con La Prensa, realizado ayer en David bajo el título “Reto económico de la región en los próximos años”.
El expositor se valió de la experiencia cafetalera de las tierras altas de Chiriquí durante los últimos 20 años y que resulta hoy en unos granos tan apetecidos, que un comprador foráneo pagó mil 29 dólares por una libra de café geisha panameño.
“[Deben] identificarse otros productos que sigan la ruta del café. Detrás viene el cacao”, reveló el expositor. Y añadió que la experiencia acumulada y la tecnología aplicada en los procesos de producción del grano, más la identificación de mercados acordes con el cacao panameño, permitirán su posicionamiento internacional en un tiempo de cinco años.
El éxito de esos nuevos productos se vincula con cambios estructurales de la actividad agropecuaria, cuya participación en el producto interno bruto es de 2%. En 1970 era de 14%.
Los retos
El gran obstáculo por superar es “la unión de dos extremos”. De un lado, un sector productivo “sin relevo generacional” y en el que se quiere “pagar bien”. Y del otro, un país que “quiere comida suficiente y barata”. El dilema está entre el proteccionismo, que en ocasiones termina en “paternalismo”, y las políticas liberales, con el desenlace a veces de “ahorcar la industria local”.
Koyner realza el recurso humano como “el principal factor para favorecer el crecimiento”. Este condicionante sigue la suerte de los planes en educación, que no solamente deben instituirse en niños y jóvenes.
Los resultados al corto y mediano plazo en educación, se generarán con programas para promover otro orden mental en las personas, de tal manera que tengan espacio para la innovación, considerada esta como fundamental en los procesos de valor agregado. Y que se evite la fuga de talentos del campo a las ciudades.
“Necesitamos que nuestros capacitadores estén capacitados. Hay funcionarios que enseñan asuntos que perdieron vigencia hace 15 años”. Añadió que cada lustro productores “se preocupan” con el cambio de gobierno por la sustitución de personal capacitado, por otro quizás carente de conocimientos óptimos.
Oligopolios y monopolios precisan un manejo diferente al establecido tras la firma de los tratados comerciales. “No tengo nada contra ninguna empresa, [pero] cuando nada más hay solo una de ellas encargada de las exportaciones y las importaciones de un producto, como en el caso de la carne, resulta que no hay competencia”. Esta dinámica hace que “suban los precios”. O por el contrario, “los tira hacia abajo”, y determina el comportamiento de una industria.
En estas situaciones el Gobierno tiene la tarea de “facilitar y estimular la competencia”. De hecho, existen leyes antimonopolio, pero debe vigilarse su cumplimiento para impedir la “afectación” de la población.
Sin actualización tecnológica ocurre la repetición de prácticas de la “agricultura de subsistencia”. La investigación exige laboratorios adecuados para analizar, por ejemplo, las condiciones de los productos que “vienen de afuera”.
Y ponderó que tras las firma de los tratados de libre comercio, el país no tecnificó el sector agropecuario. Deben tenerse en cuenta “medidas fitosanitarias y zoosanitarias para protegernos temporalmente mientras hacemos el trabajo de capacitación para competir”.
En el exterior solo se imponen los productos diferenciados en calidad y capaces de generar experiencias novedosas. Justo como con los cafés especiales chiricanos, y próximamente con el cacao.