El Banco Central Europeo (BCE) anunció ayer que vigila de cerca la evolución del euro, dado que su cotización al alza durante los últimos meses pesa sobre su objetivo de estabilidad de los precios, en tanto que la reactivación económica continúa sujeta a la incertidumbre vinculada a la evolución de la pandemia de Covid-19.
El aumento del euro, que ha ganado un 10% frente al dólar desde mayo, fue “ampliamente debatido” durante la reunión del consejo de gobierno de la institución de Fráncfort, subrayó la presidenta del BCE, Christine Lagarde, en conferencia de prensa sobre política monetaria.
El objetivo del banco es “mantener la estabilidad de los precios” y, dentro de este contexto, “la apreciación del euro hay que supervisarla con atención”, subrayó.
Ya orientados a una tendencia bajista a causa a la crisis, los precios en la eurozona entraron en territorio negativo en agosto (-0.2%) debido a factores temporales, como la reducción del impuesto de valor añadido (IVA) en Alemania y las ventas de saldos de verano (boreal).
Pero este aumento del euro ayuda a alejar la inflación del objetivo del BCE de mantener las subidas de los precios “cercanas, pero por debajo del 2%.”
Para 2020, la institución prevé una inflación del 0.3%, seguida del 1% en 2021, y del 1.3% en 2022, según nuevas previsiones anunciadas ayer.
No obstante, Lagarde quiso mandar un mensaje de calma: “Los riesgos deflacionistas están a la baja”, destacó.
Para Carsten Brzeski, economista jefe de ING, Lagarde se lanzó a “un equilibrio verbal interesante, inclusive arriesgado.”
“Mencionar la tasa de cambio en su declaración introductoria, por primera vez desde hace más de dos años, e insistir en las revisiones al alza de las previsiones de inflación (subyacente) podría, a largo plazo, desencadenar un nuevo fortalecimiento del euro”, escribe.
Esto, a su parecer “significa que el BCE parece preocupado por la apreciación del euro, pero no mucho aún.”
En cuanto al crecimiento, el BCE se muestra un poco menos pesimista en cuanto al alcance de la recesión y pronostica una contracción del 8% del producto interno bruto (PIB) para la zona monetaria en 2020, contra el 8.7% estimado anteriormente.