Los muchachos de Amano no doraron píldoras cuando hablaron de las realidades frente a un emprendedor, los temores del fracaso y el sabor de la victoria cuando hay casa llena.
Amano es básicamente dos cosas: una distribuidora de licores artesanales y una barra- restaurante en el sector de San Francisco, que se ha convertido en una referencia en el mundo del buen licor y los cocteles.
Pascual Tejada es la bujía y uno de los fundadores del negocio. Habla con pasión de la actividad que hoy ocupa el ciento por ciento de su tiempo. Es viernes al mediodía y se inicia la dinámica de organización en Amano, donde el foco principal del menú es la carta de tragos.
En el fondo de esta conversación surge la prueba de sonido de un grupo de músicos con la promesa de prender la noche.
Pascual disfruta, junto con sus dos socios, Daniel Alvarado y Ricardo Bermúdez, de los frutos cosechados desde 2014, cuando empezaron la distribución de licores destilados.
Sin embargo, hablar de éxito resulta insensato en un negocio en el que no hay que dar “nada por sentado”. “La tarea de calificarnos como exitosos o no es algo que valoran los clientes”, advierte con humildad.
Pero no se pueden ignorar realidades. Los licores que distribuye Amano están disponibles en más de 15 tiendas del país.
Y la barra de San Francisco, en parte, es una especie de showroom donde se sirven los cócteles que cautivan a los clientes que luego compran de forma continua el producto que se distribuye.
En 2014, Pascual y Daniel tuvieron un viaje que bien puede describirse como el punto de quiebre en sus vidas. Fue el inicio del negocio.
En ese viaje, cuenta Pascual, se dieron cuenta del potencial de los licores artesanales en Panamá y lo poco o casi nada explorado del negocio en este país.
La idea de montar una distribuidora era como un gusanito caminando en sus cuerpos y que les impedía quedarse tranquilos. Acordaron reunirse una vez por semana, y en menos de lo planeado constituyeron una sociedad; un paso legal que demostraba compromiso.
Obstáculos
Daniel recuerda que empezaron los contactos con los proveedores. Estaban claros de los productos que esperaban distribuir, pero tener el aval de las casas productoras era otra historia.
“Empezamos a contactar a los proveedores, que es la parte que generó más ansiedad. Teníamos en mente las mejores marcas, pero nos tomó cinco meses recibir la primera respuesta”.
El primer contacto fue un rotundo “no”. Costaba vender la idea de que tenían las agallas para ser los distribuidores de licores de primera, sin tener un solo cliente ni experiencia en la industria.
Un segundo correo, que sustentaba el modelo del negocio y las ganas de timonear en esas aguas, generó una llamada con el proveedor que finalmente se convirtió en uno de los sellos insignia del portafolio de Amano. Sin dinero para marketing o viajes de contactos, debieron apañárselas con correos insistentes, intensos, “casi un ruego”, para generar confianza, para crear una red de suplidores.
La conquista
Entre los más vendidos de Amano se encuentran el St. George Botanivore Gin, el Corsair Triple Smoke Single Malt Whiskey, el St. George Green Chile Vodka, y el Kings County Bourbon Whiskey.
La idea siempre es tener productos de calidad considerando la historia detrás de cada uno de ellos.
Ya con la conquista de los proveedores, en 2015 fue cuando entró a la sociedad Ricardo Bermúdez para complementar el equipo.
Ricardo es una especie de puente logístico entre las funciones de Pascual y Daniel.
Pascual es la mente creativa e impetuosa. No descansa. En términos futboleros, ocupa la posición de delantero y defensa en el equipo. Es el gerente y sobre sus hombros reposa la responsabilidad de la administración operativa, pero además la reconfiguración del menú tres veces al año. Crea y prueba los cocteles mientras explora cómo mantener la fidelidad de los clientes.
Daniel es el cerebro de los números y las hojas de Excel. El metódico del team.
Ninguno de los tres se siente vacunado con la buena racha de Amano. “Venimos de un mes excelente y luego pensamos que el siguiente será malo. Eso nos ayuda a ser proactivos y a mantener la guardia”, dice Pascual.
Daniel advierte de que el buen momento, casi siempre fugaz, suele engañar a los emprendedores. “Por eso es importante tomar pasos de bebé, pero pensando en grande”.