Los colores de la perseverancia

Los colores de la perseverancia


A Insano (nombre artístico) le robaron de su auto el portafolio con todos sus trabajos cuando se preparaba para su tesis final. Quería ser diseñador industrial.

Ya había cursado tres años de la carrera, pero decidió abandonarla por diferencias con el centro de estudios sobre cómo resolver el caso. Aunque no lo sabía en aquel momento, ese mal trago terminaría en brindis varios años después. Sería la génesis de quien hoy es uno de los exponentes del movimiento artístico panameño.

Mientras pule los detalles de sus obras para la exposición que tendrá hoy en su galería de arte Cinic, en Corozal, Insano cuenta que la perseverancia ha sido su motor, y que cada artista debe tener un crecimiento orgánico y una trayectoria notable, “porque no somos hongos que crecen de un día para otro: todo humano deja un rastro”.

“Me encantaría, y es parte del crecimiento de Panamá, que la gente no estuviera tan apresurada por llegar al éxito, porque esa presura no te hará llegar más rápido”.

Tiene 30 años, pero suelta enseñanzas dignas de quien peina canas. Es, evidentemente, alguien con los objetivos claros y que hoy está donde siempre quiso.

UN ESPACIO QUE VIVE Y RESPIRA ARTE

Su galería de arte no es solo un espacio para que los artistas nacionales e internacionales, emergentes o reconocidos exhiban sus trabajos. También ofrece asesoría y charlas con los expositores; venta de materiales de arte (aerosoles, marcadores de pintura acrílica, caps), cervezas artesanales y piezas de autores locales y shows de bandas en vivo: “Hacemos casi todo lo que uno siempre soñó hacer de pelado”.

“Me encantaría, y es parte del crecimiento de Panamá, que la gente no estuviera tan apresurada por llegar al éxito, porque esa presura no te hará llegar más rápido”.


Insano
Artista

Después de un primer intento fallido, Cinic es su segundo emprendimiento. La diferencia es que esta vez no se alió con socios y la inversión de $60 mil que destinó para abrirlo es fruto de su trabajo y sus ahorros.

Tampoco contrató ningún obrero para remodelarlo, y la gran mayoría de los artículos y muebles dentro de la galería los elaboróél.

“La gente dice: nunca inviertas tu propia plata. Yo digo que siempre inviertas tu propia plata, porque si te sale mal es tu plata. Además, ¿qué clase de persona eres si todos los riesgos los tomas con dinero de otra gente?”, se pregunta, y reflexiona: “Y no aprendes y nada te duele, y nunca vas a valorar lo que tenías”.

Su secreto es que, desde su adolescencia, siempre reinvirtió en sí mismo, en los materiales que necesitaría para expresar los colores y los diseños que se le vienen a la mente en su taller o que diseña en su tableta. Solo así ha logrado evolucionar desde los 18 años, cuando decidió imprimir sus pinturas en t-shirts para capitalizar su arte.

 

 

Por entonces, esos t-shirts los vendía a unos $20 y $30 entre amigos y conocidos. Hoy en día, sus obras (www.studioinsano.com), que atrajeron a compradores de Canadá, Suecia, Alemania, Francia o Australia, se venden a precios entre $300 y $600.

Parte de sus clientes le llegan a través de su cuenta de Instagram (@studioinsano), una herramienta que considera “increíble y que te conecta con todo el mundo”.

Además, expuso en la galería Mateo Sariel en Panamá, así como en el prestigioso distrito Wynwood de Miami, epicentro del arte de la ciudad estadounidense. Aquella noche, en medio de la multitud, le robaron una de sus piezas. Por algo será.

ARTISTA Y GESTOR CULTURAL

Desde que abrió Cinic hace tres meses, Insano ha notado que, artísticamente, Panamá tiene mucho arte por ofrecer y espacio para crecer: “Por eso estamos gente como yo y otros metiéndole ganas, porque si pensáramos que el movimiento estuviera hecho, uno solo se involucra y no produce”. Lo que falta, lamenta, es más pasión por el arte, pero como comunidad.

“Ser gestor cultural es una posición que nunca visualicé, pero acepto la responsabilidad y sé que lo que hago inspira e impacta a otras personas (...) Lo puedo ver o como una cosa buena porque estoy cambiando o influenciando un movimiento en Panamá, o me podría amargar y verlo como competencia, y eso no le hace bien a nadie”, explica.

Parte de su trabajo como artista, aunque no es el principal (pinta murales y también se dedica a la serigrafía) son los grafitis. Ya ha dejado su marca en ciudades como Cartagena, Baltimore o Ámsterdam, y también en Panamá.

En esta última, y tras el boom de la construcción que ha vivido la capital panameña en la última década, el cemento abunda y los colores escasean. Por eso, busca repetir el festival de artes plásticas y mixtas Bonart que organizó en el año 2015 “para adornar la ciudad”.

Sin embargo, encontrar patrocinio para eventos culturales no suele lograrse de una pincelada. Cuenta que ha tenido reuniones con autoridades y empresas, pero, aunque siempre hay un pequeño interés, el envión se diluye “cuando ven que hay que hacer mucho esfuerzo”.

Aún así, se siente optimista: “Yo creo que todo se puede. Panamá tiene mucho por ofrecer y todo es posible, porque hay muchas cosas que todavía no se han desarrollado”.

Su consejo para los emprendedores: “Nunca pares de aprender y nunca te creas mejor que otra persona: la humildad te pagará favores toda la vida. En cuanto a las finanzas, ahorra, ahorra, ahorra. Invierte más en tu arte que en tu vida”.

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