Al compás del agro digital



El sector agropecuario da pasos en firme para la incorporación de la tecnología, una tabla de salvación para todos los sectores económicos que intentan ser más productivos y competitivos.

Luchar por un espacio con las importaciones, producir alimentos con la calidad que demandan los consumidores y tener un perfil exportador es el gran desafío.

“En un período no muy lejano las barreras arancelarias de varios productos van a desaparecer y tendremos que competir con los mejores del mundo y debemos estar preparados”, anticipa Jaime Rivera, vicepresidente ejecutivo y gerente general de Grupo Calesa.

En la agricultura moderna el secreto es utilizar la menor cantidad de tierra posible, la mayor tecnología y tener el mejor capital humano. Y hacia esa dirección le apunta Grupo Calesa desde hace un año y tres meses, cuando Rivera asumió las riendas del conglomerado agroindustrial.

Rivera se desempeñó por muchos años en el sector bancario, pero la agricultura no le es ajena. Proviene de una familia dedicada al cultivo de café, azúcar, algodón y cría de ganado en Guatemala.

Grupo Calesa, conformado por siete empresas, le apostará a modernizar su producción en campo y en las fabricas a través de una inversión de 80 millones de dólares en los próximos cuatro años.

“Los problemas que tenía Calesa no eran técnicos, ni comerciales, ni de personal, sino de gestión. En los primeros días en la empresa comprobé que cada compañía del grupo estaba operando de forma independiente y en eso hemos venido trabajando en el último año”, dijo el ejecutivo, refiriéndose a la operación ubicada en Natá, Coclé.

“Hemos modificado el organigrama. Se cambiaron los sistemas de trabajo en campo y en las fábricas”, comenta Rivera.

Tanto en la división de azúcar como de arroz se está incorporando la agricultura de precisión.

Esta técnica tiene que ver con el acopio de datos geoespaciales oportunos sobre los requerimientos de los suelos y las plantas. También involucra la prescripción y aplicación de tratamientos localizados específicamente para elevar la producción y proteger el medio ambiente.

En los campos se está incorporando sistemas de riego por goteo computarizado, fotografías con drones y satelitales.

La nivelación y análisis del suelo se hace a través de sistemas de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés). También se encaminan a la cosecha con máquinas de altos rendimientos en donde desaparezca la quema.

El año pasado los rendimientos en el cultivo de caña fueron de 80 toneladas métricas por hectárea. Con el plan de modernización el objetivo en campo es alcanzar rendimientos de 140 toneladas métricas por hectárea. Con estos rendimientos podríamos producir azúcar a un costo competitivo internacional, aseguró Rivera.

A la producción de caña de azúcar dedican 5 mil 386 hectáreas. Y compran la producción de 300 hectáreas de colonos.

En el cultivo de arroz siembran 2 mil 300 hectáreas y esperan lograr rendimientos de 130 quintales por hectárea. En estos momentos los rendimientos están en los 100 quintales por hectárea.

En las tierras altas de la provincia de Chiriquí también se invierte en tecnología, utilizando instrumentos de eficiencia en la producción agrícola. Es el caso de Cornelio Guerra, dedicado al cultivo hidropónico de tomate bajo invernadero.

En una casa vegetal con una extensión de 10 mil metros cuadrados en Cerro Punta, Chiriquí, se cultivan diversas variedades de este fruto: cherry, perita y de ensalada, entre otros.

A través de un sistema computarizado se controla la luz necesaria para la fotosíntesis de las plantas, la temperatura, la humedad, el CO2 y otros factores necesarios para lograr alimentos más saludables y de mejor calidad.

Además, la planta no toca el suelo. La siembra se hace en sustrato que importan de la India.

El cultivo hidropónico no requiere del uso de pesticidas, y los rendimientos son mayores en comparación con los cultivos a cielo abierto, explica Cornelio Guerra.

En una producción a cielo abierto se obtienen entre 18 y 22 kilogramos de tomate por metro cuadrado, mientras que con hidroponía los rendimientos oscilan entre 40 y 45 kilogramos por metro cuadrado.

Guerra también produce tomate bajo invernadero en Bajo Mono, en Boquete, Chiriquí. Ambas producciones, por ahora comercializadas en el mercado local, representan una inversión que supera los 2.5 millones de dólares.

“Hace unos años se hablaba de que la hidroponía era la agricultura del futuro, pero hoy puedo decir que es el cultivo del presente”, advierte el propietario de Grupo Guerra.

Las plagas y las plantas evolucionan y el productor también tiene que evolucionar. No se pueden obtener buenos rendimientos con los mismos sistemas tradicionales de siembra, alertó Guerra.

La agricultura de precisión está cambiando la manera en la que los productores y las grandes empresas agroindustriales perciben la tierra de la que sacan sus beneficios, manifestó Gerardo Escudero, representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en Panamá.

En la agricultura moderna se apuesta al máximo uso de la inteligencia artificial, a la mecanización, a la robotización y uso de nuevos materiales.

En la producción de azúcar, en el sector avícola y porcicultor existen empresas que han llegado a niveles de estadío tecnológico que solamente mediante tecnología altamente moderna podrán seguir avanzando, pronostica el representante del IICA.

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