Esta es la tercera y última entrega de esta serie de artículos sobre comunicación efectiva y desarrollo de habilidades para hablar en público.
Las dos primeras entregas destacan la importancia de la fase de preparación, es el momento en el cual se diseña y define todo lo necesario para lograr los objetivos de una presentación, ya sea en un auditorio o virtual.
Una vez que tenemos todo debidamente organizado, tanto desde el punto de vista físico, como mental es tiempo de salir a escena. Este es el momento crítico y tal como comenté en la primera entrega, el minuto o dos minutos iniciales serán claves para el resto de la presentación, es allí donde generamos la primera impresión y se inicia el proceso de cautivar a la audiencia.
Hoy la gente espera mucha autenticidad y naturalidad, menos pose y más humanidad y cercanía, siempre con sabiduría y excelencia en el tema que se está tratando. La pasión es otro ingrediente que se agradece al momento de una presentación, lo cual requiere estructurar contenidos que permitan mezclar aspectos racionales y emocionales en una secuencia que avanza casi como una montaña rusa, metafóricamente, con subidas y bajadas entre emoción y razón, con variaciones en el tono de voz, velocidad y jugando con pequeños momentos de silencio. El uso virtuoso de estas técnicas no es fácil, requiere experiencia y destreza, algo que se logra con el tiempo y la práctica, sumado al humor que siempre es una buena herramienta.
En caso de estar en una tarima frente a una gran audiencia es importante cuidar los desplazamientos de un lado a otro. El movimiento pendular contribuye a mantener a la audiencia activa, pero abusar de esto puede desfavorecer la experiencia. El movimiento es bueno y necesario siempre y cuando se hagan pausas que nos permitan conectar con parte de la audiencia y luego continuar con el desplazamiento para conectar con otros grupos y así sucesivamente.
Es en esta etapa de despliegue donde la comunicación no verbal juega un rol fundamental. El uso de las manos, el desplazamiento, el contacto visual se convierten en catalizadores del proceso de comunicación.
A medida que la palabra va tomando forma, se varía el tono de voz y la velocidad de la narrativa, el cuerpo va mandando mensajes que son tan o más importantes que el mismo contenido. Al final lo verbal y no verbal se conectan como un todo y así como Marcel Marceau era capaz de hacernos reír y llorar con una dinámica netamente corporal, también Luciano Pavarotti generaba las mismas emociones y sentimiento a partir del poder de su voz. Ambos representaron el poder de la comunicación desde lo no verbal en el caso del primero y lo verbal en el caso del segundo.
Por último, siempre es necesario hacer una análisis post mortem y evaluar nuestro desempeño de forma rigurosa, sólo así mejoramos en el tiempo y pulimos nuestras técnicas de comunicación efectiva.
El autor es consultor en comunicación estratégica