Se acerca la fecha del viaje y en casa de Elizabeth se respira la alegría. Siempre hay emoción ante un destino en tierras lejanas. Sin embargo, la escena está cargada de sentimientos agridulces. Princesa, la perrita que la acompaña desde hace cinco años, se quedará en casa.
Sabe que es prioritario dejar a Princesa en buenas manos y con personas de confianza. Hace unos años este hubiese sido un dilema. Incluso un impedimento de viaje. Ahora, no obstante, las cosas han cambiado en el país, con los servicios especializados en el cuidado de los consentidos del hogar.
Anamae Marín y Patricia Esquivel son dos emprendedoras que forman parte de ese nuevo movimiento que ha tomado vida en la ciudad capital. Son las propietarias de Woofhouse, una guardería y hotel de perros.
NEGOCIO REDONDO
Marín es gerente de Mercadeo para Dorben Group, mientras Esquivel es ingeniera de Sistemas para Dell. Con mundos corporativos por completo opuestos, las amigas y socias sienten la misma pasión por ayudar a los animales.
Son rescatistas de perros. Voluntarias incansables de fundaciones que salvan la vida de animales en peligro. Así fue como se conocieron en 2012 y desde entonces han forjado una amistad.
Cuando Marín le confesó a Esquivel sus ganas de abrir un negocio dedicado a la atención de “perrihijos”, ella no dudó en aceptar la propuesta. Dedicó un año a la investigación y búsqueda de información y datos del mercado.
El hermano de Marín vivía en Estados Unidos y le dijo que era una de las industrias más cotizadas por esos lares. Y no estaba equivocado. Desde 2008 la revista Forbes reseñaba que era la séptima industria de mayor auge en Estados Unidos.
Ibis World, la empresa líder de investigación de mercado, publicó un estudio en enero 2017 en el que dejó claro que el hospedaje y la peluquería canina han tenido un crecimiento del 9% desde el 2011 hasta el 2016. Hoy por hoy, es una industria valorizada en 8 mil millones de dólares en Estados Unidos.
PRIMER HOGAR
Las chicas equiparon por completo Woofhouse. Tenían los artículos vitales para el día a día de un perrito. Uno de los adiestradores y socios de aquel entonces había estudiado etología canina, el comportamiento de los animales, y dijo que los colores como el chocolate, el verde y el azul los calmaba. El diseño del sitio consideró esta información para la propuesta visual.
El 16 de junio de 2014 abrió Woofhouse, en Chanis. El primer perro y cliente que tuvieron se llama Sisco, era un bull terrier. Aún lo recuerdan con cariño.
“Dejó de venir porque su hermana, también una bull terrier, desarrolló una condición en la columna y sus dueños consiguieron a alguien que los cuidara en casa”, dice Marín. Otra de las primeras consentidas de Woofhouse fue Moka, una basset hound que todavía las visita.
Parte del éxito de Woofhouse se debe a los servicios que ofrecen. Además de ser una guardería y hotel de perros, también brindan clases de adiestramiento y socialización, peluquería canina (queratina orgánica, tratamiento de chocolate blanco, deslanado y tratamiento para mantos largos) y limpieza dental sin sedación.
Ambas le dan mucha importancia a la relación entre el perro y el amo para que este comprenda las necesidades de su mascota de acuerdo con la raza, sus afecciones, sus problemas y bondades.
Los adiestradores solo trabajan con refuerzos positivos y no creen en regaños o castigos. “Se premia a través de estímulos, treats o el juguete favorito”, comenta Esquivel. “Si un perro se altera, se separa; es un time out hasta que se calme”, agrega.
Después de ocupar la casa de Chanis durante dos años y medio, se dieron cuenta de que el lugar les quedaba pequeño y buscaron otro que tuviera patio y una ubicación más céntrica.
EL NUEVO LOCAL
En el nuevo local, en San Francisco, tienen capacidad para atender a 30 perros en el hotel y hasta 15 perros en la guardería. Aún tienen un área sin usar y están pensando en crear un espacio para perritos de menos de 10 libras y un área de cumpleaños para las celebraciones memorables con los canes.
Además del aire acondicionado en sus instalaciones, Woofhouse cuenta con máquinas de ozono que ayudan a mantener el ambiente fresco y sano. Antes de admitir un perro, verifican que tenga sus respectivas vacunas y que esté desparasitado. También es importante que sea sociable con otros perros y personas.
Sus dueños deben dejar claro si su can tiene alguna condición o alergia, y si debe tomar algún medicamento.
También tienen un chat en el que los cuidadores comparten información con los dueños de las mascotas.
Esquivel comenta que se les envían fotos y videos a cualquier hora para mantenerlos al tanto de lo que están haciendo los perros.
Cuentan, orgullosas, que muchos perritos no quieren irse cuando sus dueños llegan a buscarlos. “Eso nos reafirma que estamos haciendo las cosas bien y que nuestro cliente final está contento”, dice Marín.