Lo único más agresivo que la tasa de contagio de la Covid-19 es su capacidad para destruir empleo. Panamá adoptó las más severas medidas de restricciones de movilidad en Latinoamérica. Y en una economía donde el 70% de los empleos son presenciales, la devastación ha sido brutal.
Los 6 primeros meses de encierros eliminaron 1,529 empleos diarios. Al final del 2020, el producto interno bruto cayó 17.9%, 15% de los panameños perdieron sus trabajos y la empresa privada vio desaparecer 37% de sus empleos formales. Y la crisis laboral aún no toca fondo. El 2020 fue el año de la emergencia sanitaria, el 2021 será un año de emergencia económica.
Según un informe del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), al 30 de septiembre del 2020 se habían perdido 288,951 empleos en relación a agosto 2019. En una economía que genera unos 45 mil empleos anuales (promedio 2014-2019), llevará más de 6 años recuperar esos empleos perdidos.
La planilla estatal aumentó y el impacto laboral de la Covid-19 lo está sufriendo el sector privado, que perdió 327,340 empleos formales en el 2020, acentuando la contracción que inició en el 2013, cuando ésta representaba 53% de los empleos del país, para caer a 33% en el 2020, una reducción de 20 puntos en 7 años. Estamos ante el peor episodio de destrucción de empleo formal de nuestra historia.
Los 546,410 asalariados que hoy trabajan en el sector privado son 12,641 menos que los 559,051 que habían en el 2004. La pandemia “borró” 16 años de generación de empleo formal del sector privado, en una economía que genera principalmente empleo informal.
El 92% de todos los empleos generados en la última década (2010-2020) fueron informales (en el 2019 fue 100%). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define empleo informal como “empleo no protegido”, es decir, empleados de la empresa privada sin contrato, trabajadores por cuenta propia (aunque coticen a la Caja del Seguro Social y paguen impuestos), patronos con menos de cinco empleados, empleadas domésticas y trabajadores familiares.
Hoy los informales aportan 53% de la población ocupada no agrícola, y 44% de todos los empleos del país, superando a los trabajadores asalariados privados (33%) y funcionarios públicos (23%), por lo que representan el mayor grupo poblacional en la estructura laboral del país.
Más aún, la enorme mayoría de los empleos a ser generados a corto y mediano plazo serán informales. La Covid-19 no “generó” empleo informal, sino que destruyó empleo formal.
El referido Informe del INEC también hace referencia (sobre la base del PIB per cápita) a que cada panameño (a) perdió $1,805 en el 2020.
El PIB es un indicador de producción a precios constantes (2007), pero las implicaciones sobre el poder adquisitivo y capacidad de consumo en la actualidad son importantes.
Esa reducción del PIB per cápita se traduce hoy en
$3,763.75 mensuales de menor consumo, equivalente a unos 5 meses de capacidad de compra (sobre la base de un ingreso promedio de $721.90 mensuales a agosto 2019).
Esta contracción fue particularmente severa en segmentos humildes de la población, dado que 4 de cada 5 trabajadores que perdieron sus fuentes de ingreso en el 2020 ganaban menos de $750 al mes.
Esto a su vez se tradujo en un 43% de reducción del consumo a nivel nacional, demostrando que la catástrofe laboral que enfrenta el país guarda directa relación con el estrepitoso colapso de la demanda.
Mientras haya cuarentenas y toques de queda de cualquier tipo seguirá aumentando el desempleo y más trabajadores humildes perderán sus fuentes de ingreso.
La grave estrechez fiscal y aguda descapitalización del sector privado, luego de casi un año de cuasi paralización económica, hacen urgente la atracción de inversión extranjera.
Pero el cada vez más agresivo discurso xenofóbico, la creciente inestabilidad política y la amenaza de cambio en las reglas a la mayor inversión extranjera sabotean directamente estos esfuerzos, máxime ante la férrea competencia de Chile, Uruguay, Costa Rica y México, que promocionan la seguridad jurídica, estabilidad política, paz social y una cultura abierta a los extranjeros como sus puntos fuertes.
Como dijo una vez Ronald Reagan: “El mejor programa social del mundo es un empleo”. Nuestro destino no depende de lo que pase mañana, sino del impacto futuro de lo que hagamos hoy.
El autor asesor empresarial

