La fuerte caída de la economía como consecuencia del manejo dado por el Gobierno a la pandemia del nuevo coronavirus tiene su reflejo directo en los indicadores fiscales de cierre de 2020.
Según la Contraloría General de la República, el producto interno bruto (PIB) real se contrajo un 17.9%.
El parón en las actividades económicas decretado por el Gobierno en un intento por contener la propagación del virus, además de afectar el tejido productivo del país, ocasionó un hueco en las finanzas del Estado, ya que, a pesar de la crisis, el gasto público siguió subiendo.
El resultado es un balance fiscal que arroja un déficit de $5,350.4 millones, cifra equivalente a un 10.1% del PIB y que superó en $3,437.2 millones o 179.6% el déficit fiscal registrado en 2019, que fue de $1,913.3 millones.
Si se compara el nivel de déficit fiscal con los ingresos totales del sector público no financiero, resulta que se gastó 54% más de lo que se obtuvo en ingresos.
Para compensar la diferencia entre ingresos y gastos el Gobierno recurrió a una mayor contratación de deuda pública. Así, el saldo de la deuda del sector público no financiero pasó de $31,018.5 millones en 2019 a $36,959.9 millones en 2020, lo que representa un aumento de $5,941.4 millones o 19.2% más.
Con el dato del PIB que se conoció el lunes se puede calcular la relación entre la deuda y el tamaño de la economía. Este es un indicador de referencia internacional para calibrar el nivel de endeudamiento de un país.
Al término de 2019, la deuda del sector público equivalía a un 46.4% del PIB y al cierre del año pasado la cifra trepó a un 69.8%. Más de 23 puntos porcentuales en un solo ejercicio.
La deuda equivale a un 337% de los ingresos del sector público, mientras que la mediana de países calificados por Fitch Ratings en el rango de BBB es de 249%, comentó ayer a este diario Carlos Morales, director de Calificaciones Soberanas de Fitch Ratings.
Mientras, los intereses que pagó el Gobierno en el servicio de la deuda el año pasado equivalen a 14.5% de los ingresos. Esto es casi el doble que el 7.5% de mediana para los países con similar nivel de calificación.
Morales mencionó que la rebaja de calificación de BBB a BBB- del pasado mes de febrero recoge el deterioro fiscal ocasionado por la pandemia, pero también una tendencia que se venía dando anteriormente. Se refirió, en concreto, a los bajos ingresos del Gobierno como proporción del PIB y a la creciente relación entre la deuda y el PIB, a pesar del crecimiento registrado por la economía en la última década.
Esas debilidades preexistentes fueron exacerbadas por la pandemia y por la fuerte contracción de la economía.
Morales dijo que “la contracción económica se debe a las medidas de confinamiento social, que conllevaron cerrar diversos sectores de la economía y esto resultó en contracciones muy importantes, sobre todo en sectores como construcción y comercio. Por estas medidas fue que [Panamá] resultó en la mayor contracción de la región y una de las mayores contracciones a nivel global”, sostuvo Morales.
En las estimaciones de desempeño del PIB de la agencia para 120 territorios que califica en el mundo, la caída de 17.9% en el PIB de Panamá representa la cuarta más profunda. Solo Macao (-50%), Maldivas (-30%) y Líbano (-25%) se habrían contraído más que Panamá.
Entre los factores que seguirá de cerca la agencia, y que serán importantes para el devenir de la calificación, está el nivel de recuperación de la economía, para constatar que el impacto de la pandemia es temporal y no genera cicatrices a largo plazo, además del manejo de las finanzas públicas, con la expectativa de una reducción paulatina del déficit fiscal que se traduzca en la contención de la deuda pública.