Una de las grandes frustraciones de los emprendedores es que tienen desalineadas sus visiones de éxito de las acciones necesarias para cumplirlas.
El emprendimiento es tan aspiracional que podemos estar apenas abriendo el nuevo negocio y ya estamos visualizando que nos entrevistarán en CNN, porque hemos construido un negocio millonario, que atiende de manera excepcional a todos los clientes, y está re‐definiendo las pautas en la industria.
Sin embargo, cuando pensamos en las acciones que debemos llevar a cabo para lograr esas metas, podemos encontrar las excusas para no hacerlas. Aunque pensamos que quisiéramos despertarnos una hora más temprano, se hace difícil hacerle caso a la alarma.
Aunque pensamos que quisiéramos administrar mejor nuestro tiempo, se hace difícil cerrar Facebook, olvidarnos del celular y decirle que no a las reuniones que están demás para esta semana. Aunque pensamos que quisiéramos brindar el mejor servicio al cliente, no le prestamos atención a todos los detalles ni a todas las personas. A veces lo que nos hace falta no son el tiempo ni las ganas, sino la disciplina para hacerlo.
Para trabajar en tu disciplina, el primer paso es entenderla. En este momento, ¿en qué aspecto de tu vida tienes compromiso y disciplina total? ¿Qué cosas, sin importar qué pase, ejecutas sin excepción? Las respuestas pueden ser desde cepillarte los dientes todas las mañanas y las noches, bañarte después de una fiesta, quitarte los lentes de contacto en las noches, desayunar, hacer ejercicio, recoger a tus hijos del colegio, ver tu serie favorita, hacer tu presupuesto mensual, etc.
Y lo más importante, piensa: ¿qué tienen en común esas actividades de disciplina total? ¿Qué piensas/sientes cuando las haces? ¿Cómo, aunque a veces no quieras, las ejecutas sin excepción? Tienes el hábito o un sentido de responsabilidad? Cómo encaja en tu rutina? Cómo llegó a ser parte de tu vida? Con las respuestas a estas preguntas, piensa en cómo debes reconfigurar tus hábitos y rutinas de tu emprendimiento para ejecutarlas con disciplina total.
Una rutina de emprendimiento no solo amerita, sino que necesita un reajuste de estructura que nos permita ser disciplinados.
Es difícil rendirle cuentas a alguien más, pero es mucho más difícil rendirnos cuentas a nosotros mismos. Hacer lo que queremos hacer.
Hacer lo que dijimos que haríamos. Solo porque nos lo prometimos a nosotros mismos. Solo porque nos comprometimos con nuestras metas. El compromiso no es un sentimiento ni un deseo, es el trabajo diario de construir nuestra estructura de disciplina.
El autor es promotora de emprendimiento.