Hong Kong se promociona desde hace mucho como la puerta de entrada a China para las empresas extranjeras, en especial las estadounidenses. Con la actual guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo, ese es precisamente el problema.
Hong Kong, que trasladó sus fábricas al otro lado de la frontera hace décadas para beneficiarse de mano de obra barata, ahora encuentra que su papel como conducto comercial es una fuente de preocupación.
Los productos con destino a China y EU que pasan por la ciudad representaron casi el 10% de sus aproximadamente $500 mil millones de exportaciones el año pasado, según el Consejo de Desarrollo del Comercio de Hong Kong.
El negocio de la importación y la exportación en conjunto representa casi un quinto de la economía nacional, y el empeoramiento del sentimiento en el continente puede derramarse a la excolonia británica de otras maneras –la más evidente, el gasto en turismo-.
Si a un mercado inmobiliario ya exacerbado se suma la guerra comercial, la economía de Hong Kong comienza a verse frágil. “Son los dos mayores comerciantes del mundo y comercian entre sí a través de nosotros”, dijo Nicholas Kwan, director de investigación de Comercio de Hong Kong.