Las cifras hablan solas del desafío global para lograr el acceso universal a agua y saneamiento: 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y 6 de cada 10 carecen de acceso a instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura. Además, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente, advierte la Organización de Naciones Unidas.
A pesar de los esfuerzos desplegados en las dos últimas décadas para aumentar el acceso al agua y al saneamiento, 161 millones de personas en América Latina y el Caribe no cuentan con acceso a agua segura, de los cuales 17 millones no tienen siquiera un acceso básico a una pileta o una fuente mejorada de agua. Por su parte, 431 millones de personas no cuentan con acceso seguro al saneamiento, exponiéndose a problemas de salud y seguridad.
Esta semana se realiza el 9° Foro Mundial del Agua en Dakar, y entre sus pilares de discusión se encuentra cómo alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 a 2030, que consiste en garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. A fin de evaluar la magnitud de recursos necesarios para alcanzar el ODS 6, CAF -banco de desarrollo de América Latina-, ha realizado estimaciones respecto de las inversiones en agua potable y saneamiento para alcanzar la cobertura universal y reducir a la mitad la brecha de tratamiento de aguas residuales, que concluyen que se requeriría una inversión de capital anual promedio (CAPEX) equivalente a 0.50% del PIB regional al año 2030, es decir, cerca de $25,000 millones al año.
“Desarrollar la resiliencia del agua es crucial para el logro de los ODS y el margen de maniobra es cada vez menor. Es imperativo realizar esfuerzos adicionales para impulsar inversiones de capital en infraestructura gris-verde; en innovación; en mejoras en el entorno propicio; sensibilización social; y tanto adaptación como mitigación al cambio climático”, sostuvo desde Dakar Julián Suárez, gobernador del Consejo Mundial del Agua y Asesor General de la Vicepresidencia de Programación Estratégica de CAF.
Tan relevante como el aumento de la inversión en el sector, es la calidad, innovación y eficiencia en los proyectos. Promover iniciativas sostenibles, viables técnica y financieramente en la fase de preinversión favorece mejores proyectos, reduce tiempos de ejecución y cambios que repercuten en mayores costos.
“En CAF nos dimos cuenta de que el ciclo del proyecto promedio en la región, originalmente previsto para 4 años, usualmente tomaba 7 años. Por eso decidimos apoyar a los países con recursos no reembolsables para financiar diseños finales y en ocasiones estudios de factibilidad cuando los procesos de ingeniería, procura y construcción están permitidos. En diciembre de 2018 iniciamos con la Facilidad de Preparación de Proyectos de Agua. Algunos de los estudios facilitaron la aprobación de préstamos por hasta $400 millones en Paraguay, Brasil y Trinidad y Tobago”, explicó Franz Rojas, director de Agua y Saneamiento de CAF.
En la publicación “Hacia una agenda de seguridad hídrica para América Latina y el Caribe 2030” se plantea que mejorar la eficacia en la ejecución del gasto público, lo cual supone focalizar mejor aplicación de los subsidios a la oferta y a la demanda; aumentar la eficiencia operativa con la consiguiente reducción de pérdidas y mayor eficiencia energética; maximizar la vida útil de los activos mediante el oportuno mantenimiento, y mejorar la gestión comercial en los operadores; son algunos de los desafíos relacionados con las capacidades de las instituciones y la regulación del sector donde también hay oportunidades de mejora.
“Creemos que la economía circular es inevitable, incluso en regiones como América Latina que tiene el 30% de la disponibilidad mundial de agua. La razón es simple, el agua está distribuida de manera desigual y la región enfrenta muchas áreas con escasez de agua, y algunas sufren estrés hídrico. Y los proyectos de economía circular son más complejos y, en ocasiones, requieren esfuerzos conjuntos, incluso entre los bancos multilaterales de desarrollo, ya sea por la gran cantidad requerida o para compartir riesgos”, señaló Ángel Cárdenas, Gerente de Desarrollo Urbano y Economías Creativas de CAF.
El cambio climático demanda mayor innovación y financiamiento en agua, esfuerzo alineado para alcanzar el ODS 6, así como una estrecha cooperación entre los actores relevantes, para promover una decisiva acción climática y una recuperación económica poscovid-19 más verde e inclusiva. En ese sentido, CAF se ha fijado la meta de ser el Banco Verde de la región, con un 40% de financiamiento verde a 2026.
El autor es ejecutivo principal de comunicación en CAF