El mundo intenta sobrevivir al Covid -19. Los gobiernos enfrentan una crisis sanitaria, un debilitamiento fiscal y una endeble economía; todo sucede al mismo tiempo.
La primera tarea es controlar la pandemia del nuevo coronavirus y salvar vidas; la segunda, frenar el efecto contagio en las empresas y el empleo. Los trabajadores viven días inciertos. De un día para otro, todo cambio.
La Organización Mundial del Trabajo (OIT) reconoció que el Covid-19 tendrá impactos de largo alcance en los resultados del mercado laboral.
El pronóstico, en el peor de los casos, es que se pierdan unos 24.7 millones de trabajos en el mundo como consecuencia del contagioso coronavirus, que ha paralizado industrias, frena el consumo de algunos productos y genera pérdidas económicas sin precedentes.
La OIT estima un debilitamiento del trabajo en tres dimensiones clave: la cantidad de empleos, la calidad del trabajo y los efectos en grupos específicos que son más vulnerables al mercado laboral adverso.
La semana pasada, en una cita virtual con periodistas, Pedro Aznar y Pedro Rey, profesores de Economía de la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas de Barcelona, España, alertaban sobre las vulnerabilidad del mercado laboral en los países con altas tasas de informalidad y alta disparidad de ingresos.
Aznar recordó el caso de España, con predominancia de las pequeñas y medianas empresas, que son más vulnerables en estas circunstancias, porque no tienen liquidez ni el músculo financiero para capear tiempos turbulentos.
En lo que respecta a Panamá, se asoman los mismos temores, cuando se analiza el impacto en el trabajo.
Entre agosto de 2014 y agosto 2019 se crearon 225 mil 281 nuevos empleos, 3 de cada 4 de ellos informales.
René Quevedo, especialista en mercado laboral, enfatiza en estas cifras cuando habla de cómo las modalidades de empleo han venido cambiando en el país.
Los trabajadores asalariados del sector privado representaron el 71% de la expansión del empleo entre 2004 y 2009; luego 50% entre 2009 y 2014; para declinar 4% entre 2014 y 2019.
En contraste, los independientes pasaron a representar del 12% al 72% de los nuevos empleos en ese mismo período.
Son los trabajadores por cuenta propia quienes tendrán más presión para recuperarse en un ambiente económico tan impredecible como el que se vive hoy.
En el contexto actual, Quevedo visualiza dos etapas. La primera, de 60 a 90 días, en la cual las medidas estarán orientadas a contrarrestar la disminución de los ingresos ante la virtual paralización de la actividad comercial y económica.
La segunda fase será de mitigación, en la cual las acciones deben orientarse a estimular la confianza, el consumo y la demanda interna.
“El emprendimiento seguirá siendo el motor del empleo (con o sin coronavirus), máxime en un entorno donde será necesario crear empleo incluyente, en el sexto país más desigual del mundo”, recalcó Quevedo.
A su juicio, será previsible un aumento de la desocupación de la población joven, en un país que ya vive la más alta tasa de desempleo juvenil. De allí, la importancia de de haber tomado acciones para diferir el pago de obligaciones fiscales, establecer periodos de gracia para el pago de los créditos con la banca, y preservar los empleos asalariados, acentúo.