Los sueños, sueños son, decía Calderón de la Barca y la opción de soñar casi ha sido abolida en nuestra sociedad. En las escuelas se impide soñar, hay que pasar por el ojo de la aguja del sistema para pretender ser alguien en la vida, en las empresas muchas culturas corporativas rígidas y basadas en estrictos procesos impiden soñar, en nuestras familias el hijo que sueña parece estar condenado al fracaso y los sueños sueños son.
Hay que ser un insurrecto para soñar y para hacer posible el mundo de las ideas. En estos tiempos, tenemos que darnos la licencia de soñar sin importar la edad o la circunstancia en la que nos encontramos.
Ver a Richard Branson o a Jeff Bezos romper el espacio físico al que estamos atados y viajar al espacio, más que un hecho histórico, es un mensaje poderoso para que todos nos demos el derecho de soñar. “Nunca nos hemos centrado únicamente en el presente, simplemente nos hemos centrado en el futuro”, dijo Bezos, reflexionando sobre la historia y la innovación. “Si no te enfocas en el futuro, entonces no tienes exploradores”.
Hoy tener capacidad de soñar es un poder y explorar el mundo de las ideas para crear algo es un talento invaluable a pesar del alto margen de error, es un territorio que está abierto para la ciencia, la literatura, las artes, la política, la gerencia y cualquier otra faceta de la vida humana. No hay que ser multimillonario como Bezos, Musk o Branson para hacerlo, basta con las ganas y la consistencia para materializar un sueño.
Vivimos en una época de nuestra historia donde está más vigente que nunca el pensamiento de Eleanor Roosevelt: “El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños”.
Son muchas historias que revelan el poder de soñar. J.K Rowling soñaba con un mago, le decían que estaba loca y tras ser despedida de su trabajo y vivir de los subsidios que le otorgaba el Estado británico, Rowling completó su primera novela de Harry Potter, ese mago con el que soñaba y que la convirtió con el tiempo en una de las mujeres más ricas del Reino Unido, con una actividad filantrópica admirable.
Derek Jetter soñó ser una estrella de los Yankees de Nueva York y lo logró. De padre afroamericano y madre de ascendencia europea, a Jetter se le inculcó valores de positivismo, insistiendo en la prohibición del uso de la frase “no se puede”. El año 2000, a inicio de su carrera, publicó su libro “The Life You Imagine”, el sueño que lo llevó a ser unos de los mejores jugadores de la historia.
Los retos de nuestra sociedad son mayores y los retos de la gerencia también lo son. No podemos dejar que el sistema nos quite el derecho de soñar, porque los sueños, sueños son, hasta que se convierten en realidad y a partir de ese momento serás un héroe.
El autor es consultor en comunicación estratégica.
