Panamá enfrenta el peor episodio de destrucción de empleo formal de su historia. En el 2020 el país perdió 289 mil empleos, 15% de los trabajadores en una economía que genera un promedio de 45 mil empleos anuales.
La planilla estatal aumentó y el impacto laboral de la Covid-19 lo sufrió el sector privado, que perdió 327,340 plazas de trabajo, 37% de sus empleos formales. No hay manera de matizar esto. No es “pesimismo”, sino matemática simple. Hoy, hay menos asalariados privados y casi el doble de los funcionarios públicos que había en el 2004.
En un informe publicado el 17 de mayo 2021, la Unidad de Inteligencia del semanario inglés The Economist proyecta un 11% de crecimiento del producto interno bruto (PIB) panameño para el 2021, así como una reducción en la tasa de desempleo, del 18.5% al 13%, en medio de un complicado escenario fiscal.
El documento anticipa una demanda interna débil y una economía doméstica relativamente deprimida en 2021, que se irá recuperando a partir del 2022, para estabilizarse en el 2023-2025. No obstante, en un escenario de depresión de la demanda interna a corto plazo, las proyecciones de crecimiento económico y desempleo para el 2021 parecen optimistas.
Un 13% de desempleo, aún asumiendo la misma Población Económicamente Activa del 2020 (2,003,258), asumiría la creación de más de 111 mil empleos en el 2021, lo cual representaría la segunda cifra más alta de generación anual de empleo, superada sólo por los 120,285 generados en el 2012, en el pico de la ampliación del Canal, múltiples proyectos de infraestructuras y más de $15 mil millones de inversión (75% privada).
Más aún, recientemente, la ministra de Trabajo, Doris Zapata, pronosticó que para el 2021 la entidad estaría procesando unos 200 mil nuevos contratos laborales, 68 mil más que los tramitados en el 2020, cuando se perdieron 289 mil empleos, y prácticamente la mitad de los 378 mil contratos tramitados en el 2019, año en el que se generaron 52,040 nuevos empleos, todos informales. Si bien la tendencia en la expansión del empleo a nivel mundial apunta al emprendimiento, la caída del empleo asalariado privado en Panamá ocurrió de manera abrupta, agravada por la pandemia.
La pandemia agravó la informalidad. En los últimos 10 años (2010-2020), 92% de todos los empleos generados fueron informales y el otro 8% fue el resultado de aumentos en la planilla estatal. En la década antes de la pandemia (2009-2019), el porcentaje de informalidad en los nuevos empleos era 52%.
La Covid-19 agregó 40 puntos porcentuales, no “generando” empleo informal, sino destruyendo empleo formal. Es imperativo inyectar liquidez a la economía para generar empleo. Pero dada la precaria situación financiera y sobreendeudamiento del Estado, así como la descapitalización del sector privado, luego de más de un año de paralización económica, estos fondos tendrán que venir la banca, vía financiamiento, y de la Inversión Extranjera Directa (IED).
Pero independientemente de la necesaria inyección de liquidez, los “motores históricos de empleo” están maltrechos y ya para el 2019 mostraban altos niveles de informalidad. Ante la masiva pérdida de empleo formal privado en el 2020 y el aumento de la informalidad, de 44.9 a 52.9%, es previsible que el porcentaje de empleo informal por sector se haya incrementado y las perspectivas de generación de empleo formal sostenible a corto y mediano plazo sean hoy remotas, mientras que sectores con bajos niveles de informalidad, como la Minería (7.2%) y Actividades Financieras y Seguros (8.2%) aportan apenas 2.6% de los empleos del país. La planificación del tipo de empleo que queremos crear en el futuro empieza hoy.
El autor es asesor empresarial