Estados Unidos (EU) y China siguieron un diálogo de alto nivel en Alaska, tras desgranar al inicio de las conversaciones sus profundas diferencias, en el primer encuentro diplomático del gobierno de Joe Biden.
Luego de dos ciclos de conversaciones el jueves en Anchorage, los jefes de la diplomacia de ambos países se volvieron a encontrar ayer en la tarde para cerrar este primer encuentro desde que los demócratas llegaran al gobierno el 20 de enero.
Los discursos de inauguración estuvieron marcados por un tono alejado de la diplomacia tradicional, al abordar las profundas diferencias entre ambos países.
Lejos del protocolo establecido al milímetro, ambas delegaciones buscaron tomar la palabra tras las intervenciones de la otra parte, para intentar tener la última palabra, intercambiando ataques de una virulencia poco frecuente.
El secretario de Estado, Antony Blinken, acusó a China de “amenazar” la estabilidad mundial, unas declaraciones que Biden apoyó ayer afirmando que está “orgulloso” de su canciller.
Además Estados Unidos expresó su “profunda preocupación” por la situación de la minoría musulmana uigur en China, que Washington afirma que son víctimas de un “genocidio” por parte Pekín.
La lista de temas de fricción continuó con Hong Kong, Taiwán y las denuncias de Blinken de “ciberataques contra Estados Unidos y coerción económica” contra sus aliados por parte de China.
A su turno, el alto cargo chino, Yang Jiechi, criticó la “injerencia de Estados Unidos en asuntos internos de China” y amenazó con represalias “firmes”.