Después de un descenso prolongado, el hambre aumentó por tercer año consecutivo.
Con esta tendencia, el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS) de erradicación del hambre, lograr la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y promover la agricultura sostenible para 2030 corre un grave riesgo. Uno de los principales obstáculos para alcanzar un desarrollo sostenible es el cambio climático. Los impactos a corto plazo están claros en muchas partes del mundo, en forma de temperaturas más altas y variabilidad del clima, y se espera que se aceleren en las próximas décadas. El cambio climático afectará a las regiones del mundo de manera desigual, alterando las condiciones para la agricultura y afectando tanto a los cultivos como al ganado. Los resultados nutricionales también son susceptibles, ya que los impactos del cambio climático también están afectando algunos nutrientes de los alimentos.
En medio de estos cambios, sí hay una certeza: la agricultura debe ser más sostenible, más resistente y contribuir activamente a los ODS. La agricultura debe producir más utilizando menos insumos, y sin agregar presión sobre nuestros recursos naturales, limitados y cada vez más escasos. La FAO está comprometida con un futuro alimentario sostenible y, entre otras cosas, proporcionamos apoyo técnico a los países para lograr sus objetivos de desarrollo agrícola. Alcanzar el Hambre Cero también requiere empoderar a los pequeños agricultores familiares para reducir la pobreza y gestionar los recursos naturales de manera sostenible. La FAO, en estrecha colaboración con los Gobiernos y otras partes interesadas, está poniendo la información al alcance, llevando el conocimiento al campo y promoviendo modelos innovadores de agricultura más sostenible e inclusiva, así como mecanismos para proteger a los más vulnerables. Al unir fuerzas, creamos asociaciones para la seguridad alimentaria y la nutrición, la agricultura y el desarrollo rural entre los Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. La FAO ha apoyado las deliberaciones del G20 sobre este tema tan importante. Las prácticas de manejo sostenible del suelo mejoran la salud de este recurso, promueven la biodiversidad y aumentan la fertilidad del suelo, contribuyendo así al crecimiento sostenible de la productividad, la adaptación y mitigación del cambio climático, la seguridad alimentaria, la nutrición y el alivio de la pobreza.
El autor es director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)