La agilidad se ha convertido en un talento clave en la gestión empresarial en nuestros tiempos, pero no es una característica que nació en el marco de la pandemia. El contexto de negocios ha venido cambiando de forma acelerada en la última década y el avasallante desarrollo tecnológico, sumado a un entorno (VUCA) altamente volátil e incierto, complejo y ambiguo, ha puesto gran presión sobre las empresas y la conexión de las marcas con sus audiencias.
Ágil o irrelevante fue el título de la quinta edición del estudio 2019 del “Global CEO Outlook” de KPMG, que se basó en una encuesta en la que participaron más de mil 300 líderes de las organizaciones más grandes del mundo.
Victor Esquivel, Socio Director General de KPMG en México y Centroamérica destacó en su momento que la resiliencia debe ser una misión corporativa, entendida como “la capacidad de evolucionar constantemente y adaptarse a los cambios acelerados, reaccionando con agilidad para centrar el esfuerzo donde tendrá el impacto más significativo”.
Otro informe que nos ofrece algunas ideas de cómo afrontar los retos futuros es el “Indice de Agilidad Competitiva” de la firma de consultoría Accenture. La agilidad competitiva es una competencia exigida desde el exterior e impulsada desde el interior. Los líderes que actúan con rapidez y seguridad convierten el cambio en oportunidad.
En el marco de la pandemia, Accenture destaca que a medida que avancemos en esta década, la gran mayoría de las preguntas girarán en torno a la resiliencia humana y empresarial y su intersección con el propósito corporativo y de marcas. Ahora, los CEO no solo necesitan aprovechar todo lo aprendido para hacer frente a un mundo en crisis y sus consecuencias, sino también aprender nuevas habilidades a partir de lecciones nunca antes enseñadas.
Un último informe en el que podemos encontrar algunas respuestas a tantas preguntas es el elaborado por EY titulado “Más allá de Covid-19. ¿qué definirá la nueva normalidad?”, el cual nos plantea la importancia de gestionar el corto plazo sin sacrificar objetivos de largo plazo. Cuando la supervivencia de una empresa está en juego, responder a las amenazas inmediatas cobra una importancia primordial. Si bien eso es comprensible, también es fundamental vigilar el más allá, por la sencilla razón de que las grandes crisis modifican el panorama competitivo a largo plazo.
El mundo al otro lado de la crisis puede verse muy distinto, con diferentes normas, reglas, competidores y propuestas de valor. Comprender los cambios que se avecinan puede contribuir a que las empresas tomen medidas ahora que están alineadas con el mundo que emergerá después de la crisis.
El informe de EY destaca que la pandemia va a desencadenar cambios radicales: remodelar la economía global, desatar la innovación tecnológica, redefinir el papel de la sociedad y las empresas en ella y alterar las necesidades y comportamientos de los consumidores. Los líderes deben asegurarse de tener equipos dedicados a rastrear sus efectos a largo plazo y pensar en la nueva normalidad.
El autor es consultor en comunicación estratégica.