En medio de los restos oxidados de la otrora poderosa industria petrolera venezolana, un variopinto grupo de oscuros perforadores ha logrado una hazaña que pocos creían posible: duplicar la producción de crudo del país en el lapso de un año.
La estatal Petróleos de Venezuela SA ha estado bombeando alrededor de 908 mil barriles diarios durante la última semana, según personas familiarizadas con el asunto. Con el crudo cercano a los $75 el barril, es un salvavidas financiero para una nación afectada por las sanciones de Estados Unidos y sumida en una recesión de siete años.
Para alcanzar ese hito, Pdvsa ha recurrido a medidas desesperadas. Según personas con conocimiento directo del asunto, está entregando contratos a empresas locales poco conocidas con la promesa de pagos en chatarra o, en algunos casos, mochilas llenas de dólares estadounidenses, ya que las sanciones limitan el acceso de Venezuela a los bancos.
Para reducir su propia nómina, está presionando a esos contratistas para que contraten a trabajadores de Pdvsa para proyectos a corto plazo.
La recuperación de la producción ha puesto al alcance de la mano el objetivo del presidente Nicolás Maduro de alcanzar el millón de barriles diarios. Para un país con las mayores reservas de crudo del mundo, no es mucho. En la época dorada de los años 90, en comparación, Venezuela extraía más del triple.