Muchas personas han comentado esta semana sobre el último comercial de Nike y los efectos aparentemente negativos que ha tenido sobre la marca. El comercial es narrado por el polémico exjugador de la NFL, Colin Kaepernick, que lidera un movimiento cuyo gesto de hincar la rodilla durante la escucha del himno nacional en los juegos de fútbol americano en señal de protesta por la brutalidad policial y la opresión contra la comunidad afroamericana desató la ira de Donald Trump y algunos fanáticos.
Kaepernick no ha podido jugar en la liga desde 2016, pero Nike ha revivido con fuerza el poder de su protesta. Algunas personas me han dicho que Nike se equivocó y no previó las consecuencias contra la marca. Yo creo que Nike conoce lo que está haciendo y entiende que el rol de Kaepernick en el comercial genera un efecto mariposa, pero decidió asumir con valentía el desafío de apoyar una causa por la que vale la pena luchar.
Subestimar a Kaepernick hoy equivale a quienes subestimaron el movimiento antirracista de Mohamad Ali y que hizo temblar el establishment de la época.
Nike no solo ha asumido con valentía una postura ante un tema social relevante, sino que a pesar de los costos de esta estrategia es una apuesta para elevar los valores de la marca, darle voz a quienes buscan construir un mundo mejor. Esta es mi perspectiva y es clara cuando cierra el comercial con el exmariscal de campo diciendo: “Cree en algo, incluso si eso significa sacrificarlo todo”.
Esta es la nueva narrativa de las marcas y su conexión con los temas reales que agitan a la sociedad.
Lo de Nike merece un gran aplauso, de pie y sostenido, no porque estemos de acuerdo con hincar las rodillas durante el himno de los Estados Unidos, eso es solo una anécdota, lo que tenemos que valorar es la causa por la cual está luchando.
El autor es consultor en comunicación estratégica.