El sistema industrial, que determina el suministro de alimentos y los patrones de consumo, está empujando a la población hacia un abismo.
De acuerdo con datos de las Naciones Unidas, en solo 13 años, el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados se incrementó 25%, mientras que el consumo de comida rápida creció 40%.
Las consecuencias: 262 millones de adultos y 4 millones de niños y niñas menores de 5 años viven con sobrepeso en la región, mientras que, uno de cada 4 personas es obesa.
Panamá no se escapa de esta realidad. Aproximadamente el 62% de los adultos en el país padece sobrepeso, y el 23% tiene obesidad.
Para Israel Ríos, oficial de nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, el exceso de peso, no discrimina si la persona es del área indígena o urbana.
“Más del 25% de la población en las áreas indígenas del país presentan exceso de peso”, señaló.
Esto se atribuye al efecto de los cambios en los patrones de alimentación que golpean las áreas más desfavorecidas haciendo que sus habitantes compren productos en paquetes y en latas, que son menos nutritivos, desplazando el consumo de alimentos más saludables.
Estos productos contienen grandes cantidades de azúcar, sodio y grasa.
Pero además de las transformaciones de los productos, los lugares donde se compran también cambiaron. “Las cadenas de supermercados se han expandido enormemente haciendo que los productos ultraprocesados estén disponibles en todas partes y a menores precios que la comida nutritiva”, asegura Marc André Prost, asesor regional de nutrición del Programa Mundial de Alimentos.
El especialista distingue que para el consumidor, los factores más importantes en la decisión de compra son el precio y el acceso físico a los productos.
La realidad es que los únicos productos que han bajado de precios en los últimos 20 años son los alimentos procesados y ultraprocesados.
Para revertir la situación, los especialistas proponen que se generen políticas públicas que regulen los productos alimenticios malsanos, crear entornos propicios para la actividad física y promover la alimentación saludable en la escuela y en la mesa familiar.
“Hay que hacer una reflexión profunda sobre qué es alimentación saludable y como enseñamos a la población a consumir una dieta que cumpla con los requerimientos nutricionales”, aseguran los especialistas.