El plan del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de alejar a los conductores del país de los combustibles fósiles requiere una inversión masiva en estaciones de carga públicas para impulsar la revolución de los autos eléctricos. Hasta ahora, ninguna de las compañías que han implementado la infraestructura ha descubierto cómo obtener ganancias.
El dilema se reduce a la demanda, y en ese punto ocurre algo similar al del huevo o la gallina. La mayoría de los conductores de vehículos eléctricos cargan sus autos en casa, de forma que muchas estaciones de carga públicas obtienen poco uso. Pero muchas personas que aún conducen automóviles a gasolina no considerarán usar eléctricos hasta que vean que las estaciones de carga están ampliamente desplegadas, por temor a que se les acabe el combustible en la carretera.
Los especuladores están aumentando en la industria, convencidos de que el auge está a la vuelta de la esquina, mientras que los vendedores en corto y otros escépticos advierten que algunas de estas compañías se irán a la quiebra mucho antes de que descubran cómo ganar dinero.
El plan de Biden de gastar $15,000 millones para ayudar a crear 500,000 estaciones públicas más para 2030 está alimentando el optimismo, y los inversionistas acuden a las compañías de carga de vehículos eléctricos desde su elección.
El riesgo es que los catalizadores iniciales se agoten considerablemente, lo que podría perjudicar a los mercados de capitales en la industria en los próximos años.