Cuando la temporada de cangrejos llegó a Hoopersville, una remota ciudad del este de Estados Unidos (EU), los lugareños empezaron a preguntarse dónde estaba José Bronero Cruz. Durante dos décadas, había viajado cada año desde su natal México para recoger carne de cangrejo, pero esta primavera no llegó.
Tampoco llegó ninguno de los otros trabajadores extranjeros de quienes depende Janet Rippons-Ruark para procesar la carne de los cangrejos azules que hacen famoso al estado de Maryland, exacerbando una escasez de mano de obra que pone en jaque a esta icónica industria estadounidense.
“Sobrevivimos a la Covid. Pero estamos en un área donde simplemente no hay ayuda local”, dijo Rippons-Ruark.
La falta de visados para trabajadores extranjeros, combinada con las perturbaciones que trajo la pandemia del nuevo coronavirus, paralizaron este año una parte de la industria del cangrejo de Maryland, obligando a dos tercios de los principales procesadores de mariscos a sobrevivir con los pocos empleados que pudieron encontrar, o a cerrar por completo. Un lote de visados emitido a principios de octubre, finalmente permitió a Cruz y a otros trabajadores temporales entrar al país, pero con una política de inmigración en Washington que parece estar en un indefinido punto muerto, los líderes de la industria del cangrejo se preocupan por su futuro. Aún está por verse si se logra sobrevivir al problema del personal.

