El primer ministro japonés, Shinzo Abe, presentó ayer un amplio plan de recuperación económica dotado con 118,087 millones de dólares para evitar que el país entre en recesión en 2020.
Cerca de la mitad de esas inversiones públicas se centrarán en la reparación y modernización de infraestructuras, tras el paso del devastador tifón Hagibis en octubre, que causó más de 80 muertos.
El plan también esta destinado a suavizar el impacto en el consumo de la reciente subida del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en el país, que pasó de 8% a 10% el 1 de octubre para la mayor parte de los bienes, excepto los alimentos.
Los economistas previeron una fuerte contracción del producto interno bruto (PIB) nipón en el cuarto trimestre de 2019 a causa de este incremento del IVA y del tifón Hagibis, lo que se suma a las consecuencias de la desaceleración económica mundial en las exportaciones japonesas, agravadas por el conflicto comercial entre China y Estados Unidos.
En el tercer trimestre, el crecimiento de la tercera economía mundial casi se estancó (+0.1% respecto al segundo trimestre), según cifras publicadas a mediados de noviembre, lo que marcó una nueva desaceleración tras un +0.4% del segundo trimestre y de +0.5% de enero a fines de marzo.
Ayer, Abe se congratuló por un plan “potente” y “audaz”. Según los medios, este podría alcanzar los 24 miles de millones de dólares al integrar las inversiones asociadas del sector privado.
Sin embargo, para Yasuke Shimoda, economista del Japan Research Institute, este plan podría surtir un efecto “limitado”.
Esto “probablemente estimulará a los sectores relacionados con las infraestructuras, pero, básicamente, no debería contribuir a reformar la economía nacional”, caracterizada por un crecimiento débil, consideró Shimoda. En Japón, los planes de reactivación económica son habituales.

