El diálogo social, el tripartismo, es decir, la concurrencia del sector obrero, los empleadores y del Ministerio de Trabajo como regente y mediador, es importante para el desarrollo de las relaciones laborales.
En momentos como este, las partes deben deponer intereses a fin de preservar la mayoría de los puestos de trabajo, bajo las medidas de sanidad y salud planteadas por las autoridades.
Darle la espalda al tan necesitado diálogo social, no es más que huir de una responsabilidad que acarrea tanto al sector obrero como al patronal. Esta carga no es únicamente del Estado.
Al final, sea mediante el diálogo o por decisión de la administración de trabajo, se deberán tomar medidas que en materia jurídico laboral sean temporales, posiblemente poco populares, pero que atiendan a ser un paliativo para sortear una carrera cuyos obstáculos y distancia no sabemos con certeza.
A modo de ejemplo, recordemos la Ley No 13 de 1990, la cual en plena post invasión, estableció medidas temporales en materia de derecho colectivo del trabajo, ello debido a la empobrecida economía en la que se encontraba nuestro país. Ante un claro aumento de la tasa de desempleo y terminaciones laborales, se debe tomar liderazgo de estadista y estar conscientes de que indudablemente éstas se darán; decir lo contrario es engañarnos. Debido a ello, es imperativo adecuar normas laborales temporales a fin de procurar que a la postre podamos resurgir como el Ave Fénix.
El autor es abogado laboralista y expresidente de APEDE