No termino de sorprenderme con los recientes acontecimientos europeos versus lo que está ocurriendo en nuestro continente. En un lado del océano Atlántico el gobierno conservador del primer ministro británico David Cameron empuja la reforma fiscal más ambiciosa que haya visto ese país desde la Segunda Guerra Mundial, provocando un duro golpe a la llamada economía del bienestar.
Según sus proponentes, esta iniciativa descansa en la premisa de que las medidas de austeridad son necesarias para garantizar un mejor futuro económico.
Del otro lado del Atlántico, en medio de una aguerrida contienda política para el Congreso, el gobierno del presidente Obama se debate en si debe continuar con su estrategia expansionista del gasto público y reducción de impuestos solo a la clase media.
Algunos economistas como Paul Krugman critican duramente la mera posibilidad de contemplar una disminución del gasto público y llega hasta endilgarle duros epítetos a sus proponentes. A su vez, llama la atención que en Panamá no nos preocupan estos temas y poco nos interesa debatirlos. ¿Quién tiene la razón? Ya lo veremos y el tiempo se encargará del veredicto.
Regresando al otro lado del océano, es impresionante ver lo que está ocurriendo en Francia. El gobierno de Nicolás Sarkozy está actuando con incomprendida responsabilidad al promover una reforma al insostenible régimen público de pensiones de su país.
Es inverosímil ver que jóvenes estudiantes no comprendan las matemáticas más básicas que indican que alguien tiene que pagar el saldo deficitario, ya que el dinero no caerá del cielo y ante la ausencia de reformas sensatas, a la sociedad francesa no le quedará otra que aumentar impuestos y eliminar otros beneficios para cuadrar las cuentas. Hay que reconocer la valentía del presidente francés, especialmente tomando en cuenta el comportamiento violento e incivilizado de muchos protestantes.
De este lado del Atlántico el caso es distinto, tanto en Estados Unidos como en Panamá no terminamos de aceptar que el modelo pensional de reparto y beneficio definido es insostenible, el cual se basa en principios demográficos de un mundo diferente a cuando fueron creados.
Pensar que uno puede obtener una renta superior al ahorro de toda una vida es engañoso e injusto con las futuras generaciones que tienen que cubrir el faltante. Debemos jubilarnos con el producto de nuestro trabajo y ahorro individual, claro está, siempre manteniendo elementos que protejan a los grupos más vulnerables de la sociedad que no estén en capacidad de lograr suficientes ahorros para una jubilación digna.
