Pareciera que con el paso del tiempo la relación de Panamá con Europa se reduce al asunto único de las listas de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos con sede en París.
La más reciente actuación fue el veredicto del Foro Global sobre Transparencia —organismo de la OCDE encargado de elaborar normas de derecho fiscal y tributario para erradicar los paraísos fiscales—, según el cual Panamá “cumple parcialmente” con el intercambio de información financiera. La institución valoró el periodo comprendido entre el 1 de abril de 2015 y el 31 de marzo de 2018.
La embajada de la Unión Europea inició operaciones en Panamá hace un poco más de un año, con “mucha gente creyendo que el único punto de confluencia” entre el continente y el istmo “son las listas grises”, dice el embajador de UE, Chris Hoornaert. (Antes funcionaba en Panamá una oficina dependiente de la delegación europea situada en Managua, Nicaragua).
El funcionario europeo, sin embargo, sostiene que este “no es el caso” y que la “cooperación” de la comunidad integrada por 28 países de Europa “va hacia adelante” para “hacer comercio” y trabajar “juntos” en asuntos económicos, digitales y ambientales y el desarrollo de nuevos servicios.
Consultado sobre la razón por la que Europa diferencia el sistema de Panamá con el de Irlanda para favorecer la llegada de multinacionales, Hoornaert toma en cuenta las “condiciones que regulan el comercio internacional”, para “reglar” la prestación de “servicios”.
“Panamá ha hecho muchos esfuerzos en banca, [pero] otros sectores deben hacer” avances, por diversos motivos como las acciones terroristas padecidas por Europa en los últimos años. “Uno de los factores más importantes del terrorismo es el financiamiento”.
El entrevistado añade los sistemas ficales de los países: “Cada uno tiene su manera de hacerlos” cumplir en un mundo rumbo a su digitalización. Europa valora que corporaciones como Google, Facebook o Amazon empujen el comercio hacia una era virtual, pero pide que tales adelantos se hagan con plataformas impositivas. “Por esto es importante que Panamá también se acerque a la evolución” en política de impuestos de “los países de la OCDE”.
El árbol
En términos diplomáticos los gestos son un medio de transmisión de mensajes. El embajador Hoornaert le propuso hace unos meses al alcalde José Luis Fábrega la siembra de 500 árboles para conmemorar el pentacentenario de la fundación de Ciudad de Panamá.
“Le pregunté al Alcalde [José Luis Fábrega] si le interesaba recibir un cheque canjeable por determinado número de plantas. ‘Me dijo: Oh, muy bueno, me interesa”, recuerda el europeo. En el parque Summit se sembraron en un principio 6 embriones plantarios, y unas semanas más tarde los restantes 494.
“Los árboles tienen raíces muy profundas, y nosotros tenemos con este país una historia de largas raíces. Pero además el movimiento de los árboles sucede hacia el cielo, y el cielo es el futuro, que a su vez es verde. Debemos cuidarnos del cambio climático”. El embajador enfatiza en la condición de “líder en el mundo” de la Unión Europea en comercio libre y justo, en derechos humanos y democracia y en medidas contra el cambio climático.
“La discusión actual no solo recae” en virtud de la situación Estados Unidos–China. “Hay mucho más que eso: hay un continente con el que pueden establecerse lazos con muchos países”. Y por lo visto, ese continente es Europa.
Los números
Si se miran las “raíces” comerciales de Panamá con la Unión Europea se aprecia cómo el intercambio mercantil creció un 11%, dice el entrevistado. El Viejo Continente representa el 20% de la balanza del comercio absoluta del istmo. El embajador sintetiza la relación así: 2 de cada 3 barcos en tránsito por el Canal pertenecen a armadores europeos.
Pero esta relevancia resulta insignificante en el otro lado de la balanza: “La importancia de este país en la Unión Europea es de 0.1%”.
Este estatus comercial acompasa a la instalación de la embajada europea en Panamá, un país desarrollado y con altos ingresos según el entrevistado quien sustenta tamaña afirmación en estadísticas manejadas por organismos multilaterales.
Y pondera la ubicación geo–estratégica del istmo y su condición de “hub natural”, con servicios como los prestados por el Centro Bancario Internacional, y también un lugar que afinca empresas europeas.
Hoornaert matiza enunciando las diferencias sociales entre la capital panameña y las otras provincias. Esta distinción lo lleva a separar los retos de Panamá en dos sentidos: en un costado se hallan aquellos de una sociedad de servicios como los prestados en ciudades y países de Europa y Norteamérica. Por otra parte están los problemas del desarrollo, como la falta de servicios públicos domiciliarios.
Un cometido de la delegación durante los próximos años será el de ayudar a desarrollar proyectos de impacto social. “El desafío es atraer inversiones para las décadas de 2020, 2030 y 2040”.
No venimos a decir: tienen que hacer esto, agrega Hoornaert, y en cambio recuerda que la cooperación surge en virtud del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Centroamérica. Del subcontinente están vinculados Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, luego es un instrumento bloque a bloque. “Dentro de este acuerdo hay un capítulo de comercio en vigor, mientras que con las otras partes no sucede lo mismo”. Dos países de la Unión Europea deben ratificarlo.
En abril, la Unión Europea publicó un comunicado para puntualizar hacia dónde se dirigen las relaciones futuras con América Latina. Según la directriz del documento, los lazos no solo deben afianzarse con las autoridades sino que también cobijan a las comunidades. El embajador ejemplifica esta cooperación con organizaciones dedicadas a trabajar con pequeñas y medianas empresas. Son vínculos para hacer sostenible una economía.
Llevado el mandato del comunicado a sectores productivos como el agrícola, no obstante, al embajador le parece que “Panamá no ha disfrutado todas las oportunidades con Europa”. Pondera que primero debe haber un producto terminado para llegar después a un mercado con una sola moneda en circulación en 28 países, lo cual facilita el intercambio de bienes y servicios.
“Vamos a desarrollar un proyecto 2020 para ayudar a hacer negocios” con industrias como “la pesquera y la agrícola”, para que las pymes les saquen el mayor provecho y puedan hacerles frente a variaciones climáticas o incorporen tecnología en sus procesos productivos y ofrezcan alimentos de tipo exportación.
El embajador valora del país anfitrión su estabilidad y sus instituciones “protectoras de la democracia” y de los “derechos humanos”. En este contexto, añade, está mejor en comparación con otros vecinos. Un equilibrio frágil por las diferencias aludidas, aunque apropiado para mejorar en el istmo los índices de bienestar, que no económicos, y para jugar un rol de pivote regional. A raíz de esto último, una parte de la delegación de la Unión Europea se dedica a atender crisis humanitarias o climatológicas en la región.
De manera que los 500 árboles sembrados en Summit, más que un gesto son el mensaje de la Unión Europea de que su propósito en Panamá es un solo: una relación estable y duradera.