Alivio cuantitativo, estímulo fiscal. A pesar de los miles de millones de dólares prometidos, parece que los mercados financieros mundiales no pueden detener sus caídas. Mientras tanto, China, el epicentro del brote de coronavirus, sigue siendo un océano de relativa calma. ¿Cómo ha podido Pekín lograr esto?
Cierto, el país le ha dado un gran dolor de cabeza al mundo. Aun así, su venta masiva ha sido bastante leve. Basta con mirar el índice MSCI China, que ha bajado 10% este año, insignificante frente a la caída del 23% del S&P 500.
Más importante aún, el mercado de bonos de China sigue abierto, lo que reduce la posibilidad de una crisis crediticia y cualquier retroalimentación indeseable a las acciones. Ejemplo: Yanzhou Coal Mining Co. acaba de emitir bonos por un valor de 712 millones de dólares con tasas de cupón que oscilan entre 2.99% y 4.29%.
En comparación, la tasa de interés crediticia de referencia de 1 año de China es de 3.15%. Esto es un gran logro considerando que una guerra de precios del petróleo y el virus prácticamente han cerrado los mercados de bonos de alto rendimiento en otros lugares.
Quienes están menos familiarizados con China podrían decir que es fácil coordinar la política fiscal y monetaria en una economía controlada. Eso ciertamente es correcto. Sin embargo, si se profundiza más, la respuesta política de Pekín ha sido demasiado moderada. Cuando los mercados financieros están en pánico, no es la cantidad real de estímulo lo que importa sino la frecuencia.
Se debe alimentar a los operadores con dulces pequeños, preferiblemente a diario.
Pekín parece estar haciendo todo lo posible ante el problema, al revisar las normas sobre la marcha y presentar a los medios de comunicación grandes promesas vacías continuamente. Hasta ahora, los operadores lo han engullido y se sienten seguros de que el presidente Xi Jinping está en esto.