Una nueva agricultura



Es tiempo de imaginar una agricultura ideal. En esta agricultura, el monocultivo y la producción insostenible son reemplazados por prácticas que cuidan el suelo y mantienen su cobertura de forma permanente, rotando una gran diversidad de cultivos para no agotar los nutrientes de la tierra.

En esta agricultura, los beneficios de la tierra alcanzan a todos aquellos que la trabajan con sus manos, y no caen en los puños de un pequeño grupo de grandes empresas.

Es una producción rentable que convive con la protección del ambiente y los recursos naturales. La siembra directa altera de forma mínima el suelo y protege su cobertura con material orgánico. Estos son los principios básicos que inspiran la agricultura de conservación, y que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), promueve como una nueva forma de hacer las cosas. Y, esta manera de operar no es tan solo una opción, sino una necesidad urgente.

Esta agricultura es la que necesitamos para enfrentar el cambio climático y aumentar los ingresos de los pequeños productores. Para producir alimentos se requiere voluntad política y trabajo codo a codo con millones de pequeños agricultores, pero exige, sobre todo, responsabilidad moral. Es tener la sabiduría necesaria para avanzar hacia un modelo de desarrollo que no privilegia el beneficio inmediato, sino que se inserta de forma armoniosa en el mundo, en sus tiempos y ciclos naturales. Estamos a tiempo de generar un cambio.

Se requieren sistemas de innovación adaptados a las condiciones locales, de asistencia técnica y científica, y de sistemas públicos de apoyo para los pequeños agricultores. Cuando el cambio se hace, los beneficios saltan a la vista.

 El autor es oficial de programas de la FAO

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