Las complicadas relaciones entre la Unión Europea y China darán un nuevo giro esta semana cuando varios líderes europeos rompan filas para asistir a la cumbre de las Nuevas Rutas de la Seda en Pekín.
Entre ellos se encuentran el jefe del Gobierno italiano populista, Giuseppe Conte, y el soberanista húngaro Viktor Orban, figuras del campo euroescéptico enfrentados con Bruselas.
El austríaco Sebastian Kurz, que gobierna con el partido de extrema derecha FPO, y el primer ministro griego de izquierda Alexis Tsipras, cuyo país reforzó aún más sus relaciones con China tras la crisis de la deuda, viajarán también a Pekín para esta segunda cumbre de las “Rutas de la Seda” que comienza hoy.
Líderes de unos 40 países participarán en la reunión consagrada al faraónico proyecto de infraestructuras terrestres y marítimas.
Con un financiamiento de más de un millón de millones de dólares, las nuevas “Rutas de la Seda” buscan mejorar las comunicaciones entre Asia, Europa y África.
Es un proyecto que “no vimos venir”, confía un diplomático europeo. “De fondo, hay un gran riesgo de tensiones entre Estados miembros con China”, agrega.
Se trata de la tercera reunión Europa-China en menos de un mes. La Unión Europea (UE) considera hoy en día a Pekín como un “rival sistémico”.
La secuencia comenzó en marzo con la gira europea del presidente chino Xi Jinping, que vio a Italia convertirse en el primer país del G7 en sumarse al proyecto lanzado por Pekín en 2013, provocando la preocupación de sus socios europeos, sobre todo Francia y Alemania, así como de los estadounidenses.
Pero los expertos y diplomáticos no ven este acercamiento como un punto de inflexión.
“En el caso italiano, el gobierno de coalición quiso sobre todo hacer un corte de mangas a la UE”, estima Stephen Tsang, de la School of Oriental and African Studies de la Universidad de Londres.
“Si un Estado quiere utilizar las ‘Rutas de la Seda’ para presionar a la UE o algún Estado miembro, China estará muy contenta de prestarse al juego”, explica.
