El nuevo diésel y la inflación

El nuevo diésel y la inflación


El cambio dispuesto por la Organización Marítima Internacional para los combustibles marinos a partir del próximo 1 de enero contiene un apéndice. Expertos hablan de un efecto en los cargos a través de toda la cadena logística, del acopio de materias primas para la transformación realizada por el fabricante, y de la terminación del producto a su envío hasta el destinatario final. Ese valor añadido podrá constituirse en un aumento de los precios al consumidor, suponen fuentes del mercado. De concretarse esta suposición, habría un impacto inflacionario.

Desde enero del próximo año el organismo multilateral pondrá en vigencia la norma IMO 2020 —en alusión a las siglas en inglés de International Maritime Organization—. La medida busca disminuir en un 85% el contenido de azufre del combustible utilizado por las embarcaciones.

“La norma vigente establece el empleo de 3.5% de ese producto, pero dentro de un trimestre deberá reducirse hasta un 0.5%, y si no se hace eso que señala IMO, entonces el barco deberá utilizar diésel, que en lenguaje nuestro es Low Sulfur Diesel Oil o combustible bajo en contenido de azufre”, anticipa el ingeniero de petróleos Harry Quinn.

La norma traza un panorama de tanta significancia, que Quinn lo dimensiona así: “Estamos ante la mayor revolución energética después del cambio hacia el carbón”. La disposición obliga a las embarcaciones a menguar el efecto invernadero para reducir en al menos 2 grados el calentamiento global. Dicho objetivo hace impostergable la medida.

Tan es así que la naviera Hapag–Lloyd señala en un boletín informativo que “el utilizar combustible bajo en azufre será la solución clave para la industria marítima, y Hapag–Lloyd permanecerá en cumplimiento. Es, además, la solución más respetuosa con el medio ambiente a corto plazo”.

Antes de desenhebrar este ovillo para “saber cómo te impacta a ti o a mí”, según Quinn, el experto primero valora la incidencia en los precios del crudo marino a raíz de la medida. En el mercado actual se consumen diariamente 3.8 millones de toneladas métricas de Heavy Sulfur Fuel Oil o combustible con alto contenido de azufre. Igualmente se demandan en el mundo 1.3 millones de toneladas métricas de diésel; y ninguna tonelada del Low Sulfur Fuel Oil o combustible bajo en contenido de azufre.

Pero cuando entre en vigencia el IMO 2020, con la imposición de contenido máximo de sulfuro de 0.5%, caerá a 1.5 millones de toneladas métricas la demanda del combustible con alto contenido de azufre, proyecta la fuente. Este tipo de producto solo será utilizado por los barcos que instalen máquinas de tipo scrubber o abatidor de emisiones.

“Lo primero que ha hecho esto es que se está modificando mucha de la flota mundial de barcos, con la adquisición de scrubbers cuyo precio [por ejemplo] es de 5 millones de dólares para los buques de carga de 8,500 contenedores de 20 pies de longitud”, comenta Carlos Urriola, presidente de SSA International. Los precios de las máquinas aludidas van de 4 a 12 millones de dólares.

La demanda diaria del diésel se incrementará en 2.6 millones de toneladas métricas. El requerimiento del combustible bajo en contenido de azufre aumentará de la nada a un millón de toneladas métricas. Estarán preparados los barcos habilitados para consumir gas natural licuado, o con sistema dual, que son los que también portan un scrubber.

Estas variaciones de precios subirán los del crudo en el próximo año, por ser más especializado, prevé John Demopoulos, vicepresidente de la compañía de inteligencia de mercados Argus Media. Para las empresas navieras el aumento del precio de los combustibles se estima entre 20 y 25%.

De modo que habrá un incremento de los cargos en la cadena logística. “Será como una inflación, y subirá el precio de la carga a bordo. No importa dónde se compre el combustible, si en Houston o en Brasil”, ejemplifica Demopoulos teniendo en cuenta que Panamá importa combustibles.

Respecto de la incidencia en nuestro país, Nicolás Vukelja, presidente de la Cámara Marítima de Panamá, sostiene que el combustible bajo en azufre utilizado en las embarcaciones compite en muchos países en la parte motriz.

“Acá entra el concepto de economía de escala: si se usa una sola embarcación y se llevan más contenedores” posiblemente no se impactarán los precios de las mercancías. Pero si se utiliza una más pequeña, “ahí sí puede presentarse” el incremento del valor de los productos.

La variación de los precios dependerá tanto de la producción de combustibles como de su refinación. Las refinerías como centros de acondicionamiento deben acoplar sus sistemas para dar con la mezcla señalada por IMO.

Los precios del crudo tendrán una relación directa con las decisiones adoptadas por la industria para aumentar la disponibilidad en el mercado, o con medidas como las tomadas en Singapur donde, según Urriola, está a la espera un sinnúmero de barcazas proveedoras de combustible bajo en azufre.

Transporte

Podrá haber una incidencia en el transporte terrestre, que al fin y al cabo es el que lleva los productos a los puntos de venta donde el consumidor acopia prendas de vestir y aparatos electrónicos o alimentos.

Es un impacto cada vez más latente de acuerdo con el estatus de esta actividad descrito por Daniel Rojas, gerente de la transportadora Roda, ubicada en Colón. Con el propósito de aminorar las posibles consecuencias, el empresario pondera que “Panamá debe empezar a adecuar sus leyes y ver la realidad mundial”.

Solicita, en el aspecto legal, una reformulación de los impuestos al sector transporte, el cual “mueve la economía y los alimentos”. Y añade: debe adecuar su maquinaria a las tecnologías modernas en ahorro de combustible y baja de emisiones de gases. Estos cambios tecnológicos se adelantan ya en motores de camiones de Europa y Estados Unidos, no así en Panamá, “siendo que un motor de los nuevos tiene un valor de 5 mil dólares”.

El empresario pide una equiparación legal con el trato ofrecido en Estados Unidos al transportista. “Acá, en cambio, debemos pagar un 7% de Impuesto de Transferencia de Bienes Muebles (I.T.B.M.S) y un 15% adicional por concepto de Impuesto Selectivo al Consumo (ISC), es decir un 22% de más”.

Estas tarifas impositivas, recuerda, termina pagándolas el consumidor. Y teniendo en cuenta que el combustible significa “un 20% del costo del transporte”, la norma que entrará en vigencia el 1 de enero generará un “aumento exponencial” en el servicio prestado por empresas como Roda.

Carlos Urriola se retrotrae a los años en los que el precio del barril de crudo rozaba los 150 dólares. “No hubo incremento de los fletes en esa proporción porque el mercado tiene herramientas para normalizar [esa situación], aunque no inmediatamente”, recuerda.

En 2023 regirán nuevas modificaciones dirigidas a aminorar el impacto de la industria marítima en el medio ambiente. Por ahora, habrá que ver si la competencia, el mercado, impide trasladar los costos al consumidor.

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