Empecé el año con un bueno grupo de turistas españoles que participaron en una boda que se realizó en el país. Esta actividad me permitió compartir experiencias con ellos y conocer de primera mano su reacción sobre lo vivido en Panamá durante su estadía.
La mayoría nunca había cruzado a las Américas, pero si han viajado por otros destinos y como era de esperarse de Panamá conocían solo lo que sus amigos que se casaron les habían comentado. La primera imagen que se llevaron de Panamá fue positiva. La infraestructura de la ciudad moderna los cautivó y quedaron maravillados con el contraste a pocos minutos entre el Casco Viejo y las ruinas de Panamá Viejo.
La variedad cultural y riqueza gastronómica llenó sus expectativas y la cereza del pastel fue el verdor y la impresionante naturaleza que hay a pocos minutos del centro de la ciudad capital.
Fue agradable ver su expresión cuando se enteraban del impacto de la cultura española en Panamá desde la época colonial hasta nuestros días.
Luego de terminar el circuito con este grupo de turistas me surge la pregunta. ¿Qué nos hace falta para despegar como destino, si tenemos, modestia a parte, lo que a otros destinos de la región les hace falta.
Lo cierto es que todavía seguimos sufriendo las consecuencias de no haber tenido promoción internacional entre 2012 y 2016. Mientras Panamá desaparecía de los mercados internacionales, otros países redoblaron su promoción y por eso están creciendo a doble dígitos en materia turística.
Somos un país con gente con la capacidad de desarrollo necesaria para salir adelante. Debemos encontrar mejores oportunidades de precios en la parte aérea, creatividad en la publicidad y ofrecer un servicio de altura que nos identifique como destino. Nada de esto es imposible, solo falta voluntad para realizarlo y creo que después de cubrir estas necesidades estoy seguro que podríamos generar un avance importante en la recuperación de ese territorio perdido.
Debemos reactivar el seguro para los turistas, poner en operación el centro de convenciones. La riqueza que genera el turismo debe llegar a todos los sectores y no solo beneficiar a los grandes empresarios que participan en esta actividad. Hay que poner manos a la obra.
El autor es operador de turismo receptivo