Ayer por la mañana, abrí Facebook para encontrarme con una foto de una pareja en lo que parece ser un campamento de refugiados y una leyenda que ponía: “Recordad, que el origen de la Navidad, según dicen... fue una pareja de refugiados con su hijo recién nacido, buscando dónde poder vivir. Feliz 2017”.
Como absolutamente cualquier post de Facebook, este tampoco se salvó de un agitado debate. Algunas personas defendían que en la versión bíblica de la historia no era una pareja de refugiados sino de viajantes; otras personas defendían que igual no importaba porque es una metáfora para sensibilizar acerca de una situación que se vive en el mundo actualmente.
A todo esto, yo me pregunto: ¿Cómo convivir en un mundo donde ambos “bandos” tienen su razón?
Una de las problemáticas más mencionadas en el mundo de la educación es la falta de preparación profesional.
“El 89% de los líderes de negocios opina que los jóvenes no tienen las habilidades y competencias para destacarse en el mundo laboral” (Richardson 2015). Y aunque concuerdo que es una necesidad real que debemos preparar a los jóvenes para el mundo profesional, igualmente me quedo con la duda: ¿y qué hay de sus vidas personales? Compartimos un mundo complejo y siempre cambiante que no solamente afecta cómo trabajamos sino cómo vivimos también. Entonces, me parece que el problema real no es tan limitado como para solamente decir que los jóvenes no estén listos para sus carreras profesionales. ¿Estamos listos para navegar en este mundo imperfecto del siglo XXI, profesional y personalmente también?
Uno de los grandes retos de vivir en este siglo XXI (especialmente en los últimos años) es sobrevivir a la polarización de opiniones políticas acerca de cualquier tema controversial. (Tengamos en cuenta que casi cualquier tema es controversial en Facebook y demás redes sociales).
La dificultad, realmente, está en el hecho de que confundimos nuestras opiniones políticas por opiniones morales, en temas que van desde inmigración, refugiados, guerras, educación, educación sexual, feminismo, diversidad, religión, etc. El debate es tan agitado porque sentimos que no es nuestra ideología sino nuestra identidad la que está en juego. El debate es tan agitado porque nos estamos aferrando a nuestra manera de vivir como si fuera “la” manera de vivir para todos.
Por eso, me queda la pregunta: ¿cómo convivir en un mundo donde ambos “bandos” tienen su razón? En una clase este año, nos compartieron un lente crítico con el que debemos empezar a analizar cualquier pedazo de información. Este lente crítico está compuesto por dos preguntas: “Según quién y para quién”. Estas dos preguntas nos permiten poner en perspectiva que cualquier punto de vista es uno de muchos, y así mismo, funciona para algunos y no todos.
No sé cómo exactamente, pero creo que en la medida en la que podamos empezar a ver que existen distintos puntos válidos, podremos empezar a debatir con más respeto y más humanidad.
Hoy, lunes 25 de diciembre, les deseo a todos los que celebran ¡Felices fiestas! Sé que no todos celebramos hoy ya que esta es una fiesta religiosa para solo uno de los grupos religiosos de nuestro país. Por eso, más importante aún, nos deseo a todos, un próspero 2018. Ojalá el próximo sea un año donde todos, aunque sea un poquito más, podamos entender que la tolerancia de nada vale en papel; que la libertad de expresión no cuenta cuando violamos la identidad personal de alguien más; que mucho de lo que creemos es según nosotros y para la gente que piensa como nosotros también. Ojalá 2018 nos permita, colectivamente, tener la mente abierta y el corazón abierto para permitirles a los demás vivir según ellos y para ellos, y así… construir un país para todos.
La autora es promotora de emprendimiento