Tras completar el largo y agitado proceso de brexit, el Reino Unido comenzó el año como país “independiente”, por primera vez en casi medio siglo, con nuevas reglas fronterizas, importantes desafíos y profundas divisiones.
Su salida de la Unión Europea, que dominó la política británica desde el controvertido referéndum de 2016, se hizo total una hora antes de la medianoche cuando, con el término del periodo de transición “posbrexit”, el país abandonó completamente el bloque en el que había entrado en enero de 1973.
Entre triunfalismo e inquietud, la prensa británica reflejaba en sus portadas este cambio histórico pero profundamente divisorio.
“Nuestro futuro, Nuestro Reino Unido, Nuestro destino” tituló el tabloide ultranacionalista Daily Express, sobre una imagen de la bandera británica marcada con la palabra “Libertad”.
El periódico proeuropeo The Independent se preguntaba sin embargo si los británicos están “¿liberados o abandonados a la deriva?”.
Con la separación de la UE, terminó la libre circulación de personas entre las dos orillas del Canal de la Mancha.
A partir de ahora, los ciudadanos de los 27 países europeos necesitarán visados para trabajar y estudiar en el Reino Unido, aunque quienes residían en él antes de la separación conservarán sus derechos.
La asociación sectorial británica de transporte por carretera estimó que ahora habrá que rellenar unos 220 millones de nuevos formularios cada año para permitir que el comercio fluya con los países de la UE.
“Este es un cambio revolucionario”, afirmó esta semana Rod McKenzie, director general de la asociación, al periódico The Times.
Otro cambio histórico fue anunciado la víspera por la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya: Londres y Madrid alcanzaron in extremis un acuerdo para dejar abierta la frontera entre España y Gibraltar.
El pequeño territorio británico ubicado en el extremo sur de la península ibérica se integrará en el espacio europeo Schengen para, a diferencia del resto del Reino Unido, mantener la libertad de movimiento de personas.
Desaparece así la histórica “verja”, la frontera cerrada en 1969 por el dictador español Francisco Franco en la que no se había restablecido el libre paso -bajo controles- hasta 1985, diez años después de su muerte.
También en Irlanda del Norte se vigilará de cerca la frontera con la vecina República de Irlanda -país miembro de la UE- para garantizar que el movimiento prosiga sin restricciones, un elemento clave del Acuerdo de Paz del Viernes Santo que en 1998 puso fin a tres décadas de sangriento conflicto entre republicanos católicos y unionistas protestantes.