Los países, al igual que las personas y las empresas, cuentan con una reputación y esta se genera a partir de las percepciones que tienen los distintos grupos de interés y la comunidad internacional sobre un país en particular.
Este año el Reputation Institute presentó su informe Country RepTrak 2018 para evaluar el estado de la reputación de los países. Ya son 10 años desde que se hizo el primer informe en la materia y este año nos trae datos muy interesantes.
Como es natural, lo que genera más curiosidad es el ranking de países con mejor reputación. Una vez más, los países que lideran esta tabla no son las tradicionales superpotencias, sino un grupo de naciones de tamaño medio o pequeño admirado a nivel internacional por la solidez de sus instituciones, el bienestar social que disfrutan sus habitantes y su calidad de vida en general. Este año Suecia ocupa la primera posición, seguida de Finlandia, Suiza, Noruega, Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Japón, Dinamarca y Holanda.
De las tres dimensiones racionales que explican el índice de reputación, Suecia es el país mejor percibido en “calidad institucional”, Nueva Zelanda en “calidad de vida” y Japón en “nivel de desarrollo”.
Una de las conclusiones más importantes es que la reputación de un país tiene un impacto directo en los comportamientos de apoyo de los observadores internacionales (visitaría el país, compraría sus productos, estudiaría o trabajaría allí, etc.), que finalmente influyen sobre variables económicas.
El informe observa que la buena reputación no solo acarrea beneficios económicos, sino que les permite a estos países tener un papel en la comunidad internacional mucho más allá de lo que su tamaño objetivo parece concederles, tanto en su presencia en las instituciones internacionales como en la relevancia de sus posiciones de índole política social y económica.
Ningún país de América Latina llegó entre los primeros 20 en 2018. Cabe destacar que la gran caída en el indicador de reputación de los países latinoamericanos (en media -2.6 puntos Pulse) se relacionan muy directamente a indicadores ligados a la calidad de sus gobiernos y otras instituciones, y al bienestar social.
El estudio interpreta estos resultados por las crisis políticas, económicas y sociales de varios países, así como los sonados casos de corrupción que han afectado a altos niveles de algunos gobiernos y que han generado como resultado esta pobre percepción de los países de la región.
El autor es consultor en Comunicación Estratégica.