El país enfrenta la discusión más importante a nivel económico y social de las últimas décadas, al pretender reformar el sistema público de pensiones. Tarde, presionado con una crisis financiera que va a galope -con pocas reservas y menos ingresos- y en un ambiente recrudecido por el impacto de la pandemia, el llamado diálogo por la Caja de Seguro Social (CSS) ha navegado en aguas turbias desde su origen.
Lo ideal era que en el diálogo se encontraran puntos de consenso para proponer las reformas que el Ejecutivo enviaría al Órgano Legislativo, a fin de cambiar la ley orgánica de la CSS. Sin embargo, las posturas de los sectores productivos representados en la conversación son tan disímiles que los puntos medios parecen no existir.
El ejemplo más claro es que los representantes de gremios de trabajadores proponen unificar el subsistema exclusivamente de beneficio definido de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) con el subsistema mixto, a pesar de que la Junta Técnica Actuarial ha advertido que el déficit se cuadriplicaría en el tiempo.
Crisis financiera
$1,230 millones las reservas contables del subsistema exclusivo de beneficio definido de IVM terminaron en el 2020 con un 16% menos si se compara con el 2019.
$1,904 millones pagos a jubilados en 2020.
$65,000 millones déficit acumulado, considerando que hasta 2077 se deben asumir pagos a los jubilados que forman parte del subsistema de IVM.
Mientras que los representantes de los informales y la empresa privada advierten que la ruta más viable y sostenible es migrar a un sistema de varios pilares, en el que se tenga desde un primer pilar solidario no contributivo, el cual debe financiarse con impuestos y es responsabilidad del Estado; un segundo pilar obligatorio de ahorro individual, y un tercer esquema de ahorro voluntario y complementario.
Juan LaCalle, quien forma parte del equipo técnico que representa al Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) en el diálogo, habló con frustración de lo que ha estado pasando desde febrero, cuando inició el diálogo. De las “banderas” de algunos sectores y de la necesidad de establecer un diálogo técnico. Aquí, la mirada de alguien que está en las entrañas de un proceso al que le han puesto como fecha límite el mes de diciembre para tener un informe final.
¿El diálogo es lo que esperaba?
Sabía a lo que me enfrentaba, pero tenía mejores expectativas. Pensé que la razón iba a imperar a raíz de toda la información que dio la CSS, la cual refleja la crisis financiera. Pensé que habría una mejor disposición de escuchar y de entender razones sobre la situación que tenemos.
Transcurridos ocho meses y ante la experiencia vivida por la actitud de algunos sectores que pusieron condiciones previas antes de participar, me di cuenta que sería bastante difícil llegar a un punto.
¿Por qué no ha resultado el diálogo?
Hay intereses creados para que no resulte; hay cúpulas que se dicen representativas que no quieren cambiar el statu quo o quieren sacar ventaja de él.
Y porque hay una demonización de sistemas que han probado ser mucho más exitosos. Sí, es verdad, pagan menos en igualdad de condiciones, pero evitan la estafa a las siguientes generaciones.
Dijo en una de las últimas reuniones plenarias que se sentía vacío. ¿A qué se refería y por qué?
Por la falta de voluntad de análisis y profundidad. Ha sido más bien un boicoteo de entrar en materia, crear distracciones a toda costa y desenfocar el diálogo.
¿Cuál es su percepción de los gremios de trabajadores representados en el diálogo?
Hay interés personal de sacarle ventaja al sistema mientras dure.
¿Partidos políticos?
Saben a lo que se enfrentan. Saben que si no tienen capacidad de manejo, sufrirán políticamente.
Y, ¿la juventud?
Los que están formados e informados están claros e intentarán evadir el sistema actual. Los que no, pues serán manejables.
¿El facilitador?
Ha tratado de ser equilibrado, pero no ha podido cumplir a cabalidad y con oportunidad las exigencias del diálogo .
Con una conversación tan polarizada, ¿se llegará a un punto medio?
Honestamente lo dudo. La decisión la tendrán que tomar Ejecutivo y Legislativo.
Si no llegan a consensos, ¿qué riesgos se corren al dejar todo en manos del Legislativo, que tendrá la última palabra?
Tendrán que escuchar razones. De lo contrario, se manejarán las cosas como ha ocurrido con la reforma electoral.
¿Por qué se necesita que la Organización Internacional de Trabajo (OIT) llegue como mediador y cuál es la consecuencia de que no hayan participado hasta la fecha?
La participación de la OIT es indispensable. Lo mencionamos en febrero y marzo, y lo exigimos ahora. Sin ellos, no hay un verdadero diálogo.
Cuando vemos el tamaño del problema que se trata de resolver y las centenares de propuestas, ¿los tiempos que se plantean son realistas?
No.
Entonces, ¿por qué insisten en el calendario?
Es una forma de distracción.
La metodología consumió el tiempo de discusión.
Seguro que sí.
¿Qué hubiese pasado si en 2005 no se hubieran hecho las últimas reformas?
El problema se hubiese quintuplicado. Si se hubiesen hechos los aportes que se debían hacer, hoy día tuviéramos más 6 mil millones de dólares en reservas. En la última reforma se tomaron medidas paliativas. El Estado adquirió algunas obligaciones, como mantener las reservas 2.25 veces el gasto anual de las pensiones. En 15 años, ningún Gobierno se hizo cargo del tema. Es más, evitaron el nombramiento en pleno de la Junta Técnica Actuarial, evitando las críticas oportunas y actuar en esa dirección.
¿Qué pasará en el 2022?
Si se acepta el modelo de pilares, habrá un proceso de transición. Y será vital tener un sistema complementario de ahorro.
Si se decide unificar los programas, internamente sería respirar por unos 6 años. Externamente, nos prestarán dinero a altos intereses, perderemos el grado de inversión.
Y al final del camino, tendremos que hacer una reforma. No habrá de dónde sacar tanto dinero para tapar el déficit, cuando llegue a más de $2,000 millones.
El diagnóstico es claro. ¿Qué pasará si no se hace nada con el IVM?
El país se irá a la quiebra.
¿Por qué no hemos aprendido de los errores de otros países?
Porque subestimamos la capacidad de la sociedad panameña.
¿Que le preocupa, en términos generales, del Panamá de hoy?
La arrogancia, la ignorancia y la corrupción.