El diálogo por la Caja de Seguro Social (CSS) entrará esta semana a su etapa decisiva. Se espera el inicio de las discusiones en las comisiones temáticas para encontrar una salida a la crisis del sistema de pensiones.
Mientras, históricamente, las voces de los trabajadores sindicalizados han reclamado por el regreso de todos los cotizantes al subsistema de beneficio definido, los análisis de actuarios e investigadores independientes hablan de continuar por la senda que ha demostrado sostenibilidad en otros países.
Es decir, migrar a un sistema de ahorro individual estructurado en varios pilares, sin olvidar que el primero de estos escalones sería para las personas que no han podido cotizar o lo han hecho por muy pocos años, manteniendo de esta forma un sentido de solidaridad con una pensión mínima y subsidiada por el Estado.
El corazón del problema
Actualmente, el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) está dividido en dos subsistemas: el subsistema exclusivamente de beneficio definido y el mixto; este último, con un componente de beneficio definido y otro de ahorro personal.
El subsistema exclusivo de beneficio definido es el que enfrenta el mayor de los problemas.
Su estructura se basa en que la generación que aun trabaja y cotiza, y que forma parte del esquema, paga gran parte de las pensiones de los que ya están en edad de retiro.
Con una mayor expectativa de vida, cada año hay una población de pensionados que vive mucho más tiempo y recibe mucho más dinero del que aportó, mientras los cotizantes activos van disminuyendo.
Sabiendo que este era un modelo que se había agotado, en las últimas reformas a la CSS en 2005 se decidió que las generaciones de trabajadores más jóvenes formaran parte de un sistema mixto en el que pudieran tener cuentas individuales de ahorro.
Pero quedó un problema por resolver, y los que permanecieron en el subsistema exclusivo de beneficio definido hacen parte de esta profunda crisis. Suponga que los gastos de su casa sobrepasan por lejos sus ingresos, y usted comienza a utilizar los ahorros de toda una vida para hacerle frente a los compromisos de cada año. Pues esto es exactamente lo que sucede con el subsistema exclusivo de beneficio definido. Y por ello, las reservas (ahorros) se acabarán en 2024. (Ver gráfica: Proyección de Ingresos y Gastos del Subsistema exclusivo de beneficio definido).
De acuerdo con Enrique Lau, director de la CSS, un trabajador de 62 años de edad que gana $1,000 mensuales hace aportes que apenas cubren 8 años de su jubilación, y entonces termina recibiendo beneficios por 15 años más, considerando que vivirá hasta los 85 años.
Corridas que están bajo el análisis de invitados a la mesa del diálogo indican que basados en las cuotas y la edad de jubilación actual, una mujer que forma parte del subsistema exclusivo de beneficio definido, que habría reportado un salario base y sin cambios de $800 al mes, haría aportes por $82,378 (calculando los réditos), pero recibiría $118,078. Es decir, que el valor subsidiado de su pensión sería de $35,700.
Una mujer con un salario mensual base de $2,500 podría hacer aportes durante su vida productiva por $257,430 (incluyendo los réditos de las inversiones) y terminaría recibiendo $368,994 a lo largo de su ciclo como jubilada, lo que implicaría un subsidio de $111,564.
Basados en estos cálculos y en los datos oficiales de la CSS, el sistema llamado solidario permite que personas con salarios promedio financien a lo largo del tiempo a quienes reciben pensiones más altas.
Pablo Gutiérrez, financista especializado en gestión de riesgos y seguros, agrega que estamos ante un modelo “inversamente solidario”.
Con los actuales porcentajes de cotización, cuotas exigidas y edad de jubilación, no es posible financiar las pensiones pagadas en la CSS.
El sistema arterial de la futura discusión
El financista Roberto Brenes reconoce el problema que hoy se enfrenta como un arrastre de hace 30 años. Un sistema que fue otorgando beneficios bajo premisas políticas y no financieras, lo cual ha traído grandes distorsiones.
De forma llana explica que en el mundo de las finanzas esto se arreglaría bajando costos o subiendo ingresos. En el mundo de las pensiones, ello se traduce en ajustes paramétricos, como cambios en la cantidad de cuotas, ajustes en la edad de jubilación o las tasas de repago, creando además un sistema de al menos tres pilares.
En el sistema público de pensiones panameño se podría crear un primer nivel o pilar que sería no contributivo, destinado a las personas que no cotizaron en toda su vida. Algo muy parecido al subsidio de $120 a los mayores de 65 años que hoy ofrece el Estado.
Este primer pilar sería financiado por el Estado, con los primeros $120, pero la pensión podría aumentar hasta $255 en caso de que el trabajador haya cotizado por pocos años en algún momento de su vida. Es decir, que sus contribuciones serían reconocidas.
Un segundo pilar sería obligatorio y de contribución definida. La idea es que se inscriban hombres de hasta 50 años y mujeres de hasta 45 años que por haber cotizado en el sistema exclusivo de beneficio definido recibirían un bono de reconocimiento como parte de su jubilación en su cuenta de ahorro individual.
Podría haber un tercer pilar, voluntario y complementario, donde trabajadores y empresas hagan aportes en igualdad de condiciones, para alimentar la cuenta individual de cada cotizante.
No todos los cotizantes podrían dejar el subsistema exclusivo de beneficio definido. Allí tendrían que quedarse los que estén más próximos a jubilarse.
Guillermo Arthur, presidente de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP), participó hace poco en la mesa del diálogo de la CSS. De forma virtual explicó que la experiencia de América Latina muestra que los sistemas de reparto son regresivos y poco solidarios y un alto porcentaje de los afiliados que llegan a la edad de retiro no reciben pensión por no cumplir los requisitos, perdiendo parte o todos sus aportes.
En la mayoría de los sistemas de reparto de América Latina, para aquellos afiliados que califican para una pensión, los subsidios aumentan con el nivel de ingreso, “lo que hace cuestionable el carácter redistributivo de estos sistemas” .
Por el contrario, detalló que los sistemas de capitalización individual pueden proveer mejores pensiones y más seguras a largo plazo.
En Chile, las primeras generaciones acumularon saldos que cuadruplican lo aportado. Mientras que en México y Perú, los saldos en cuentas individuales duplican o triplican los aportes realizados.
Más lejos, Holanda y Dinamarca son ejemplo del valor agregado que generan los sistemas de pilares.
En ese sentido, la Junta Técnica Actuarial de la CSS ha advertido el riesgo de desaparecer el sistema de cuentas individuales, al migrar a los cotizantes del sistema mixto al subsistema de beneficio definido.
El pasado 4 de febrero indicó que esto equivale a eliminar todo lo relacionado con la creación del sistema mixto, lo que daría como resultado un desequilibrio mayor al existente, ya que cuadruplicaría el déficit máximo por año de unos $3,000 millones a un déficit máximo por año de entre $12,000 y $13,000 millones.