Hace años, asistí a una conferencia donde la oradora confesó que, en su experiencia, aunque la producción de eventos fuera minuciosa, la tecnología siempre fallaba. Años más tarde cuando yo empecé a trabajar, esta confesión me atormentaba como un fantasma en cada evento. Siempre estaba pendiente cuándo sería el momento cuando la tecnología fallaría y me daba miedo que no podría hacer nada al respecto. Tal vez por ese temor, empecé a rechazar la tecnología - a querer depender de mí y nadie más. Me empecé a aprender las charlas de memoria por si acaso se moría el proyector, se destruía la pantalla o se perdían los slides. Este rechazo, aunque pequeño en la práctica, fue enorme en mi mente.
De repente me encontré, huyéndole a la tecnología, personal como profesionalmente.
En gran parte por eso, mi resolución de este año es volverme más tecnológica. No se si jamás seré una techie (y tal vez no tenga que serlo), pero con tal de que empiece a abrirle un espacio en mi vida a la tecnología, me aseguraré de ser una ciudadana del siglo XXI ahora y a los 80 años también. Por eso, hoy comparto tres cambios que estoy haciendo yo y que puedes hacer tú también para abrirte a la tecnología:
1. No digas que no antes de haberlo intentado: La mayoría de la gente, al autodenominarse no-techie o “malo con la tecnología” se restringe de siquiera intentar enfrentarse con obstáculos tecnológicos. Entonces, o dejan las cosas como están o le piden a alguien más que se las solucione.
Es por eso que cuando la gente se topa con un amigo, sobrino, vecino techie, aprovechan para contarle todos nuestros problemas con el wifi, Apple TV, o con el bluetooth del nuevo carro inteligente. Antes de decirte a ti mismo que no puedes hacer algo o incluso antes de pedirle ayuda a alguien más, comprométete con intentarlo. Empieza el proceso. Aunque te quedes trabado, pero inténtalo. Piérdele el miedo a la tecnología.
2. Lee las instrucciones: Hasta hace poco, estaba bajo la impresión de que existe una tendencia de sobresimplificar las instrucciones, porque “ya nadie lee” y porque “la tecnología debe ser intuitiva”. Sin embargo, “parkeando” con amigos techies caigo en cuenta que los que no leemos solo somos nosotros. Una de las diferencias más grandes que he percibido entre la gente techie y la no-techie es que apenas que los techies no saben cómo hacer algo buscan las instrucciones. Así dizque en Google. A un clic de distancia tenemos instrucciones y testimoniales de cómo se instala cualquier aparato tecnológico. Busca las instrucciones para que te des cuenta de que sí podrás apenas que sepas cómo.
3. Empieza con pequeños proyectos tecnológicos: Los pequeños proyectos (sean de emprendimiento o de adaptación tecnológica) siempre son un puente. Nos permiten ir de la idea a la acción y construir un ciclo de mejora continua. Debemos empezar por lo sencillo, lo cercano y lo más útil para nosotros. Primero, haz una lista de todos los aparatos tecnológicos que tienes en tu casa o tu oficina y que sabes que no aprovechas al máximo. Escoge un aparato a la semana y busca un par de instrucciones de cómo usarlo adecuadamente. Luego, haz una lista de todas las tareas que haces manualmente que podrían hacerse más fáciles a través de una aplicación móvil o web.
Igualmente, solo empieza a utilizar una a la semana. No hay necesidad de ir de lo análogo a lo digital todo en un día.
La apertura a la tecnología no es solamente apertura a lo tecnológico. Es apertura a lo desconocido, a lo nuevo.
La apertura a la tecnología es la diferencia entre los abuelos que están en Facebook y los que no y, su inclinación a la tecnología no empezó en la tercera edad, sino desde su juventud.
Al final del día, la tecnología no es un fin sino un medio y empezar a utilizarla adecuadamente nos permite acercarnos a nuestros objetivos.
PD. A lo largo de esta semana estaré compartiendo ejemplos de apps que nos funcionan para hacerle un upgrade a muchas tareas cotidianas. Sígueme en www.facebook.com/StefyCohenB o en Instagram @stefycohen.