En su nuevo y futuro oficio comenzó como ayudante del rancho, o sea, algo relacionado con los alimentos de la tropa, además de aguatero. Pronto sus superiores, viendo su decisión y cumplimiento del deber, lo colocaron, ahora con nueve años de edad, como ejecutante de tambor.
Y le tocó ya participar en un combate, el primero de los muchos (en Colombia nunca han faltado esos episodios), en los cuales le tocó actuar. El enfrentamiento en que se inició fue en el llamado del Alto de las Rojas.
Con 12 años encima (1888) fue ascendido a cabo, y fue a esa edad cuando, en vez de jugar, estar con su familia y estudiar, como debe ser, participó en más pequeños combates, que no por pequeños dejaban de ser sangrientos. Como su carrera militar corría más que rauda, pronto se le adjudicó el grado de sargento segundo.
A los 14 años y medio, o sea en 1890, llegó a formar parte de otro batallón conocido por el nombre de Valencey al Istmo de Panamá. Ya era tambor mayor e instructor de la sección de trompetas.
A todas estas, sus padres, tenaces como él y quienes nunca lo dejaron de buscar, lo localizaron aquí, lo que hizo que su jefe de entonces, el general Fernando Ponce, quisiera darle de baja para enviarlo a las frías y apartadas tierras boyacenses, de donde, como recordarán, se había tenido que escapar.
Pero la suerte, siempre tan inesperada, lo ayudó. Otro oficial, que le tenía cariño, lo mandó a una casa aquí, en la capital (en el patio de Roché). Le advirtieron, eso sí, que se quitara las ropas de militar. Dos semanas, estuvo Huertas allí. Al cumplir ese tiempo, fue llamado del cuartel, ordenándosele dirigirse a la banda que acompañaría el cadáver del general Ponce al cementerio quien no era otro que el superior que lo iba a regresar a Colombia. No cabe la menor duda que aquí el futuro general Huertas contó con mucha suerte, y que el destino bastante lo ayudó.
Sin embargo, años más tarde sí tuvo que regresar a Colombia, volviendo a participar en sus eternos combates; en uno de ellos un cañón recalentado salió disparado hacia atrás, accidente que le costó una mano, que desde entonces usó de caucho.
Después, y de regreso en el Istmo, participó en varias batallas durante la Guerra de los Mil Días. Fue en el año de 1902 cuando, tras una carrera meteórica, alcanzó el grado de general con tan sólo 26 años de edad. El 8 de enero de 1903 se casa aquí en Panamá con la señorita Ponce.
Suspendemos aquí estos esbozos biográficos de una persona que ha sido tanto ensalzada como criticada, algo muy en común entre nosotros, sin que nunca se sepa quién ha tenido la razón.
A las personas interesadas en más detalles de la biografía de Esteban Huertas, nos permitimos recomendarles un libro publicado por decisión de Temístocles Díaz en unión del círculo de lectores de la Universidad Santa María La Antigua en el año de 2002.