Ahora se han transformado en asilos y todavía bajo ese nombre quedan algunos en la República de Panamá.
Tales son los casos del Bolívar en la capital; Santa Luisa en Puerto Pilón en la costa atlántica; el Asilo de Ancianos en David y de seguro que algunos más.
Los hospicios de antes acogían a niños abandonados, huérfanos, personas pertenecientes a familias de muy escasos recursos, peregrinos, menesterosos, personas con trastornos mentales. Hubo una época en que también alojaban y cuidaban de los enfermos.
Nuestro Hospital Santo Tomás, con funciones más definidas, en un tiempo y hasta comienzos del siglo XVIII se conocía como un hospicio, hasta que se le concedió en 1702 el nombre de hospital.
También hubo congregaciones religiosas que recibían el apelativo de hospitalarios ya desde 1050 en Jerusalén.
Con posterioridad se organizaron en forma de pequeños ejércitos para poder defender a sus protegidos. Tal fue el caso de los Caballeros Templarios, orden fundada también en Jerusalén. Estos no terminaron muy bien, ya que fueron acusados de obtener ganancias enormes en metálico, originadas en otras actividades y de otros vicios más.
Aun hay que añadir muchas asociaciones parecidas, tales como los hospitalarios de San Juan de Dios, la orden Teutónica, los de Santo Tomás de Villanueva —fundada en 1660 y de la cual deriva un ramo que vino hasta acá y que no tenía carácter militar—.
Nuestros hospicios también tuvieron y han tenido funciones muy diferentes a las del Santo Tomás. Los de acá no han sido de guerreros ni mucho menos financistas con gran capital. El acoger a los que no poseen bienes materiales fueron sus primitivas funciones.
Hoy hay que añadir importantísimas acciones educativas.
Las comunidades de los salesianos aun continúan educando y protegiendo a ancianos y desamparados.
Es así como en lo educacional, hoy existe el Instituto Técnico Don Bosco, continuador de una tradición la cual ha entregado a la sociedad panameña una enorme cantidad de profesionales en las más diversas ramas, todas de enorme utilidad.
Esta comunidad fue fundada en la ciudad italiana de Turín en 1846.
A Panamá llegaron en el siglo siguiente y en gran parte constituida por sacerdotes centroamericanos y españoles de grata recordación.
Carlos Endara tuvo gran predilección por las comunidades mencionadas y por eso hemos hablado de ellos en variadas ocasiones.
Gracias a los sacerdotes Luis Mangana y de manera especial a José Mauricio Catedral, por el tiempo que nos dedicaron tratando de dilucidar nuestra foto de hoy y mostrándonos cómo ha evolucionado todo lo que siguen administrando hoy. Ya que los edificios son diferentes.
Inclusive constatamos los restos del túnel que pasaba por debajo de la actual Avenida Nacional, para que niños, jóvenes y profesores llegaran sin peligro al otro lado a practicar el football o balonpié en un lote cercano. El túnel se clausuró.