Si el parámetro usado por el contralor Gerardo Solís para afirmar que Panama Ports Company (PPC) cumplió con el Estado panameño es el monto de sus inversiones, su criterio está bastante limitado. Esta empresa es el más palpable ejemplo del juegavivo que hay entre todas las que tienen grandes concesiones estatales. Torció su contrato para lograr una “equiparación” inmerecida; sus aportes directos al Estado panameño son una miserable migaja, mientras la empresa logra cuantiosas utilidades, y ha sido decididamente el mayor obstáculo para que en el área donde opera –en el Pacífico– se desarrollara otro puerto. En pocas palabras, su presencia no ha sido tan beneficiosa para el país, pero el contralor nos viene con el cuento chino de que ha cumplido. Lo que ha logrado cumplir son sus mezquinos propósitos, con la complicidad de panameños que solo se preocupan de su propio bienestar. Si este gobierno quiere hacer las cosas bien, debe analizar todas las opciones e incluso contemplar si conviene terminar esta relación. Fue un gobierno PRD el que trajo a la empresa; ahora, cuando vence su concesión, debe exigir responsabilidad por su actitud poco edificante. Señores, por una vez, sorpréndanos con una buena noticia. Absténganse de vender la bandera nacional por buenos billetes.
Hoy por hoy
06 feb 2021 - 05:18 AM