Una noticia poco conocida, pero de gran relevancia social, es la desarticulación de una red de tratantes de menores, explotados sexualmente en el área fronteriza con Costa Rica. Lo aberrante en este caso es que presuntamente hayan sido familiares cercanos a las víctimas –incluyendo madres y tías de algunas de ellas– las que se habrían prestado para tan atroz actividad. Han sido rescatadas, al menos, 12 menores, que incluyen a víctimas de tan solo 4 años de edad. Si, después de un juicio, estas personas resultan culpables del delito de trata de menores, debe caerles todo el peso de la ley, pues no hay nada que justifique estos actos criminales. Hechos como estos deben hacernos reflexionar sobre lo que somos como sociedad. Se necesita ser un perfecto inhumano para perpetrar estos repugnantes delitos, en especial con la familia, porque son los acusados los responsables del bienestar y protección de estos menores. ¿Dónde han quedado los valores? ¿Qué clase de persona lleva a cabo actos tan monstruosos? La familia panameña –el núcleo de nuestra sociedad– pasa por su peor momento y es hora de que, como Estado, empecemos a hacer algo o también seremos una sociedad fallida.
Hoy por hoy
08 feb 2022 - 05:02 AM