Recientemente, la Superintendencia de Bancos de Panamá publicó los estados financieros del Centro Bancario Nacional, a julio de 2021. Sin duda, este es un año decisivo que permitirá valorar el real impacto de la pandemia de la Covid-19 en la rentabilidad y solvencia de los bancos. Tres son los principales retos de nuestro sistema bancario durante este ejercicio:
1. Revertir la caída de la cartera de crédito, cuyos saldos aún se mantienen por debajo que hace un año, a pesar de que la variación negativa mes a mes de esta ha venido disminuyendo desde abril de 2021, alentada por la mayor apertura y actividad de la economía.
2. Recuperación del margen financiero, el cual mantiene una variación interanual negativa de casi 12%, consecuencia de la disminución del ingreso financiero por la menor actividad crediticia y reducción de la cartera vigente que genera ingresos.
3. Sincerar la cartera de préstamos modificada, la cual para el Sistema Bancario Nacional alcanzaba al 30 de junio del 2021 los $15,621 millones repartidos en 484,925 deudores. Esto implica que el tiempo para clarificar la situación de estos préstamos y clientes vence el 30 de septiembre del presente, y a partir de allí se tendrá que reconocer en clasificación del cliente y provisiones cada situación. Esto sin duda tendrá efectos importantes en provisiones y cada banco tiene una posición distinta a partir del nivel de riesgo asumido y su capacidad de gestionar la restructuración y/o cobranza de estos casos.
Considero que la disminución interanual del gasto de provisiones debe ser tomado con sumo cuidado, porque aún las cifras de desempleo son muy altas (18%), y sin una reactivación plena de la economía será muy difícil su reducción en el corto plazo.